Lees en El hombre
sentimental de Javier Marías “¿Por qué no se deshizo Berta de ellos, sino que
los llevó consigo cuando se mudó para iniciar una nueva vida a la torre donde
encontró la muerte? ¿Por qué no se apropió de ellos y los mezcló con los suyos
y los de Noguer, su marido, como hacen los matrimonios con los despojos de sus
solterías?”
(Como breve aclaración al entrecomillado anterior explicas que Berta muere a consecuencia de una caída desde la escalera al mover o cargar
los libros procedentes de una anterior relación que no tienes del todo clara a
esta altura de la novela).
Te da pie a pensar en los criterios de colocación de los
libros: lo habitual sería distribuirlos por materias, pero no es extraño la
colocación por formatos, tamaños o editoriales cuando la editorial implica un
formato estándar al menos en alguna amplia colección.
En algunos casos, como Berta, tú conservas algunos
libros de género y formato dispares, en
función de la procedencia, del origen, una especie de herencia que quieres
mantener bien diferenciada del resto.
1 comentario:
Si es que los libros tienen personalidad propia. O es el que los valora el que les otorga esa atribuciones. Hay quien por su mascota lo da todo y es capaz de abandonar a su padre en una gasolinera. Hay quien disfruta buscando alimentos en los mercados con verdadero regusto y hay quien se traga una pizza sin más. Hay quien disfruta de la charla con las personas y no quiere libros. Sócrates no mataba las horas escribiendo, sino charlando y a Platón no le quedaría mucho tiempo para charlar. Algunos devoran libros, otros devoran parejas. Hay quien no hace vida de pareja y lee. Hay quien disfruta con las 50 sombras y a otros les aburre, pero viven una sexualidad, sensualidad, afectividad de forma muy lúdica y satisfactoria. Unos somos más actores y otros más espectadores. Los libros... para cuando no hay nada mejor, como las anchoas en conserva, que hasta el aceite disfrutamos mojando sopas.
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