2015/05/28

JUAN SIN TIERRA, de Juan Goytisolo

¿Por qué habrás escogida una pieza literaria difícil que, además de proporcionarte escaso placer lector, te deja con la congoja de no llegar a captar la trama o el significado? Tocó en este caso el turno a Juan Goytisolo, galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, leve disculpa para aproximarte a tan prestigiada figura.
Al llegar al tercio de la paginación todavía no te habías aclarado gran cosa y antes de rendirte, buscaste orientación en internet. Te tranquilizó. Se trataba de un ejercicio autobiográfico a su manera con intención de tener en vilo al lector.
 “Seguirás el ejemplo del alarife anónimo y extraviarás al futuro lector en los meandros y trampas de tu escritura: alzarás bloques de piedras sonoras, las substraerás a la tiranía del razonable uso y les permitirás crecer y agruparse, atraerse, excluirse, dóciles a los campos magnéticos y afinidades secretas que imantan la búsqueda aleatoria del zahorí: su cópula feliz será la mejor brújula…”.
Consciente Goytisolo del sufrimiento del paciente lector, anticipándose al sentir general, imagina un diálogo en el que un anónimo interlocutor le interroga acerca de “cuales son sus méritos para arrogarse el papel de fiscal en el campo de la novela?” o para asegurar, adoptando la voz del crítico literario “las páginas que he leído se reducen a una torpe acumulación de aberraciones y tareas que no conmueven ni pueden conmover a nuestros lectores. Y díganos usted, señor novelista: si no escribe usted para el público, para quien diablos escribe entonces?”.
Escribe para sí y para los diferentes parasíes de cada lector solitario. Escribe como quien disfruta del “infando acto de blandir la pluma sin provecho del público”.
Su placer es “esgrimir dulcemente la pluma, acariciarla con febrilidad adolescente como en el duermevela propicio al ludimiento manual, dejar escurrir su licor filiforme en la página en blanco, alcanzar la delicada perfección del solista, prolongar con sutil artificio el rigor tumulario, diferir indefinidamente el orgasmo, consumir sin mesura tu propia energía, abolir la obstinada avaricia del orden real”.

Tendrá el mérito artesano o hasta artístico del creador, pero difícil que el lector sienta el mismo placer solitario.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo también he pensado alguna vez en esas emociones que no son tan placenteras. A veces tomo un purgante o un vomitivo, pero para placeres solitarios prefiero una buena fabada con chorizo regada con sidra. A veces pienso en esos placeres sado-masoquistas, pero que me hagan daño no me pone. La vida a veces nos pone en situaciones jodidas de las que no podemos escapar, así que autocastigarme por puro deleite y sin disfrutar, pues como que elijo otra cosa y dejo al autor con sus literarias pajas mentales.

Anónimo dijo...

Estás abandonando tu producción literaria, tus andanzas y reflexiones en este punto de encuentro