No estás prestando demasiada atención a las escaramuzas militares entre rusos y ucranianos (o ucranios, que a veces se lee). Te quedas con los muertos, que a alguien dolerán, los viejos odios, y con las imágenes de soldados y oficiales, a veces derrotados, a veces rendidos.
Cambian los formatos, los lugares, los tiempos, pero sigue siendo cierto el dibujo que Víctor Hugo traza de la derrota de Waterloo.
“Los ingleses ocuparon el campamento de los franceses; dormir en la cama del vencido es la constatación habitual de la victoria. Cosechar laureles y robar los zapatos es algo que nos parece imposible en la misma mano, pero lo cierto es que tras los vencedores llegan los ladrones”.
Así describe un montón, literalmente, de muertos ahora apilados en una masa, que hace unas horas estaban vivos
“Si hay algo espantoso, si hay una realidad que va más allá del sueño, es esto: vivir, ver el sol, estar en plena posesión de la fuerza viril, tener salud y alegría, reír valientemente, correr hacia la gloria que se tiene delante, deslumbrante, sentir en el pecho un pulmón que respira, un corazón que bate, una voluntad que razona, hablar, pensar, esperar, amar, tener una mare, tener una mujer, tener hijos, tener la luz, y, de repente, en el tiempo de un grito, en menos de un instante, hundirse en el abismo, caer, rodar, aplastar, ser aplastado, ver espigas de trigo, flores, hojas, ramas, no poder agarrarse a nada, sentir el sable inútil, sentir hombres debajo, caballos encima, debatirse en vano, los huesos rotos por alguna coz en las tinieblas, sentir un talón que osa hace saltar los ojos, montar con rabia herraduras, ahogarse, gritar, retorcerse, estar allí debajo y decirse hace nada estaba vivo. “
Lo cual no te lleva, sin embargo, al pacifismo y al desarme unilateral.
Al servicio de quien me quiera: Porque sí y porque sé
Hace 16 horas
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