Desde las gradas de un campo de fútbol o más probablemente por televisión, cuando ves un partido puedes disfrutar, aburrirte o alternar esas u otras sensaciones. Disfrutas si ves buenas jugadas, combinaciones, toques, habilidad, esfuerzo, pero también si gana alguno de tus equipos. Aunque esté feo decirlo, también pasas un provisional buen momento cuando gana otro cualquiera si el resultado favorece a uno de los tuyos.
Ya lo dijiste al principio, tú ves un partido. Sin embargo, hay gente que cuando mira no ve sino que lee o, al menos, eso dicen los inspirados comentaristas al referirse a los jugadores. Por muchas horas que pases en el campo o delante de la pantalla, verás movimientos, a veces coordinados, a veces inconexos, pero raramente distinguirás estrategias, salvo ataques en tromba o una aplicación estricta del fuera de juego, pero no te percatas de si tu equipo o el contrario intentan estirar o estrechar el campo. También cabe, por lo leído, estirar el equipo. Es lo que parece que dijo Xavi a Soldado, autores respectivos de la asistencia (nueva acepción importada del baloncesto para un pase de gol) y del tanto contra Georgia hace unos días. Tú viste carreras, intentos, disparos, pero de estirar el equipo nada de nada. Al igual que en el mercado hay gafas de 3D, habrá que conseguir unas para leer el fútbol entre líneas.
En medio de esa incapacidad para producir ocasiones de gol, Xavi empezó a darle indicaciones a Soldado, impaciente porque no le llegaban balones francos para el remate. Había empezado el delantero del Valencia a alejarse del centro del ataque y a caer a las bandas. Xavi le corrigió. “Me dijo que tuviese paciencia y que intentase estirar el equipo para dejar movimientos para ellos”, confirmaba Soldado tras el partido.
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