Llegas al Fontán, pides la sidra
y el picadillo y abres el periódico. Estás
en la mesa ideal para este día frío y despejado. El sol podría molestarte si te pega de lleno, como ocurre dos mesas más allá. A una mala sería soportable.
Lees noticias curiosas en el periódico,
que quedan ensombrecidas por lo que ocurre a tu lado. Te enteras de que es una
operación habitual, casi diaria, pero no habías tenido ocasión de presenciarla indirecto.
Se acerca un individuo de mirada
entre perdida y penetrante, que fija la vista en la rejilla.
Tú también. Ves un chicle recién tirado, que todavía conserva el color verde
claro, pero no es eso el objeto de su pesquisa. Mira a fondo. Saca algo del
bolsillo interior de la chaqueta, se agacha, mete una pequeña varilla de unos
quince centímetros, por su forma como la de jugar a los aros, y saca un euro a la primera con habilidad.
Estos días estás empezando a leer
Gramática Parda, de Juan García Hortelano, precisamente hoy tocó este párrafo: “si
a mi me aprietas un poco y cambio la fama por un aro, que es una agitación
igual pero menos tediosa”.
La obra de García Hortelano
contiene diálogos hilarantes y absurdos, que bien podías haber oído al momento si acertara a pasar por allí el Policía Municipal que ronda habitualmente por
los puestos:
-
Oiga, ¿qué acaba de coger de la rejilla?
-
Un euro, ¿qué pasa?
-
Démelo inmediatamente.
-
¿Por qué se lo tengo que dar? Cayó ahí y lo cogí con la
varilla. Es mío.
- Sepa Vd. que los objetos que alguien encuentre perdidos
u abandonados en la vía pública hay obligación de entregarlos. Le recuerdo lo
que dice el artículo 615 del Código Civil: El que encontrare una cosa mueble, que no sea tesoro, debe
restituirla a su anterior poseedor. Si éste no fuere conocido, deberá
consignarla inmediatamente en poder del Alcalde del pueblo donde se hubiese
verificado el hallazgo.
-
Oiga, agente, ¿qué es,
que no encontró materia más importante que resolver en toda la mañana?
- Para su tranquilidad le
diré que si pasados dos años no aparece el dueño del euro, tiene Vd. derecho a
reclamarlo.
-
¿Y si aparece?
-
Entonces puede Vd. pedirle
el diez por ciento de lo hallado.
-
Que no me da ni para el
valor de la varilla. ¿Y el trabajo de extraer el euro?
-
Ese es su problema. Lo arregla Vd. con el dueño del euro. Lo
que sí puedo es extenderle en el acto un recibí. Procedamos. ¿Se llama usted…?
1 comentario:
La realidad sería hilarante si no fuese sufrida por nosotros, nos reímos del que se cae al pisar la monda de plátano. Unos sacan un euro de una rejilla de alcantarillado y otros sacan los euros de las arcas del Estado, de las arcas de la Caja de Ahorros, de las arcas de.... No es para reírse de la realidad política-social y económica que sufren algunos de nuestros familiares, de nuestros vecinos, de nuestros conocidos... aunque nosotros tengamos para las sidras con picadillo.
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