Ya comiste las uvas de Nochevieja y eso que todavía no estamos en el 2008, pero como es tradición (¿cuántos años tienen que pasar para que algo sea tradición?) os reunisteis cerca de sesenta fiesteros del coro

Y después el bailongo con el Chachachá
Y te preguntas qué se cantará en Puertollano y en Andraitx y en Betanzos y en Ondárroa y en la Seo de Urgel y en Arévalo, y te parece que si se canta algo parecido la unidad de España no está en peligro.
Y después las sopas de ajo y los sudores consiguientes. La única sopa de ajo de todo el año. ¡Aquellas sopas de pan de la infancia, a veces amarillas, que identificas con las de tu madre, a veces rojas, que asignas a tu padre!
Y después, no podía faltar, el espontáneo que todos los años coge el micrófono y canta “Pescadores”, y si algún ligero fallo se detecta no fue del cantor, ca, es cosa del micrófono o de los altavoces o de las meigas.
Y sube después al escenario un improvisado ochote del Coro Santiaguín porque los cuentas y resulta que son ocho. ¡Y cómo suenan el Quirosanu que nun para de pisar y el Axuntábense y qué voz tienen los condenados a las cinco y media de la mañana!
Y termina la fiesta y haces un recuento de quien estuvo y quién faltó y caes en un detalle: casi todos vinieron con sus maridos, esposas o parejas, sean éstas o aquellos miembros de coro o no, y si alguna pareja vino a la mitad, no fueron las chicas las que faltaron, sino ellos.
Y junto al reloj que manejáis a vuestro gusto, aquí ves la segunda conquista del tiempo, de los tiempos.
Y te felicitas de vivir en un país en el que eso es normal.
1 comentario:
Está bien que a veces el tiempo no sea oro... es mejor que el tiempo sean uvas... o conguitos...
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