No es lo mismo leer a Tucídides en plan relato novelado, como tú hiciste, que como historiador. Incluso leyéndolo distendidamente es imposible formarse una cabal idea de qué está contando el historiador, quién está ganando, los atenienses o los espartanos.
Básicamente el libro cuenta las batallas y escaramuzas constantes entre unos y otros, que tejían y destejían alianzas con otros pueblos en función de múltiples intereses "sin alinearse del lado de unos u otros por razones de justicia o parentesco, sino de acuerdo con las circunstancias en en que se encontraba cada participante llevado por la conveniencia o a la fuerza".
En muchos casos las alianzas con unos o con otros se sometían a votación en las asambleas de los distintos pueblos, no sin antes escuchar los enardecidos discursos de los líderes para convencer a los asambleístas sobre con quién había que aliarse o bien si se debía declarar la guerra o mantenerse neutrales. En la decisión de iniciar un ataque pesaban las creencias religiosas o supersticiosas como el brillo de la luna o el vuelo de las aves. Pero en cuanto a la asunción de responsabilidades, la culpa, soltera desde siempre: "Cuando la noticia de lo sucedido llegó a Atenas, durante mucho tiempo no se creyó ni a los propios soldados que habían sobrevivido a la campaña, y que informaban con exactitud de ello, que la aniquilación hubiese sido tan exageradamente completa. Después de que llegaron a convencerse, empezaron a mostrar su irritación contra los oradores que habían insistido en el envío de la expedición, como si no hubiesen sido ellos mismos los que la votaron, y asimismo, contra los intérpretes de los oráculos, adivinos y contra todos los que por inspiración divina alimentaron sus esperanzas de conquistar Sicilia".
A veces se escuchaban teorías originales, para meditar: "una ciudad con leyes peores pero inmutables es más fuerte que las que las tienen buenas pero sin validez, de que la ignorancia acompañada de moderación es más beneficiosa que la destreza sin freno y de que los hombres torpes administran muchísimo mejor las ciudades que los inteligentes, pues estos quieren parecer más listos que las leyes y quedar por encima de las propuestas que se hagan a la colectividad".
Encuentras originales justificaciones de la democracia y del camino para obtener mayorías: "los mejores guardianes del dinero son los ricos, pero los que harían las propuestas mejores serían los inteligentes, en tanto que quienes adoptarían las mejores decisiones, un avez oído el caso, sería la mayoría; y precisamente esos tres componentes, considerados parcialmente o en su totalidad, tienen la misma participación en la democracia".
Es la guerra del Peloponeso, pero podría ser cualquiera.
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