2008/09/29
(UN TOQUE PA ESTOLEXAR, ENTRE PARÉNTESIS)
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Hay quien echa de menos tus comentarios y quien se pregunta si el señor Buridán ya no tendrá dudas, que ya no las plasma en el ciberespacio. Y hay quien te da un toque y te dice que una mudanza no es para tanto, que no disimules, que si hay algo más y que no puedes dejar colgado a este grupetto que pica a tu puerta, y pregunta ¿hay alguien? Y no hay nadie. Y al día siguiente vuelve a picar ¿hay alguien? Y sigue sin haber nadie. Y como corre el peligro de que a la tercera la derriben por si hay cadáver, sacas la cabeza, asomas la patita y dices: sigo aquí.
El otro día, hablando de no recuerdas qué, te dijo tu madre que había que estolexar algo. Un asturianistas diría que habría que “estolexar daqué”, pero en tu zona no se estila demasiado el daqué y a ti no te sale, pero te quedaste pensando en el estolexar. Vas al diccionario de la Academia de la Llingua y resulta que estolexar es esparcer o esparder (tampoco te sale “esparcir”) la hierba para que respire, para que se seque, para que no se apelmace. A lo mejor necesitas estolexar una mente demasiado tremá.
Si a la ultraliberal economía norteamericana se le aplica un paréntesis y todos aplauden el ingenioso hallazgo, también se te debe permitir que hagas (que hayas hecho, proclamas) uno, tú que eres tan amigo de ponerlos por doquier por aquello de matizar. Si revisas tus escritos, incluso tu entretenida prosa oficial abundan los paréntesis. Los paréntesis son perfectamente suprimibles desde el punto de vista gramatical; de hecho en una la frase larga, conviene saltárselos para que se detecten con mayor claridad el sentido y de paso sujeto, verbo, predicado y complementos circunstanciales, o como se llamen estas figuras según la (pen)última teoría lingüística. Sin embargo el que los coloca en la frase los pone a propio intento, a veces incluyen un matiz, pero un matiz que no se quiere pasar por alto.
Va por Vds.
2008/09/19
MUERTES ANTIGUAS
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Indagando en árboles genealógicos varios, tienes tomadas multitud de notas de historias que te va contando tu madre, que vas pasando pacientemente a la ficha informática de la respectiva persona o personaje afectado. Lo difícil es recuperarlas porque tampoco tienes una lista de notas así que ahí quedan sepultadas hasta que por pura casualidad vuelves sobre ellas porque algún asterisco te indica que alguna persona tiene asociada una observación.
Ahí quedaría perdida la triste historia de Valentina si no fuera porque diste con la esquela de su marido, lo que te permitió completar algunos datos y revivir alguna historia.
En aquellos años cuarenta o más atrás el mundo estaba lleno de mitos o tú los ves así desde esta atalaya del siglo XXI.
Valentina vivía en Valladolid y venía mucho a Fierros porque aquí seguía viviendo su madre, enferma. Debía ser una tarea ingrata para ella y difícil de llevar porque para la pequeña historia quedó su frase, que a lo mejor pronunció una sola vez, pero aquí está: “Ay, cuando muerra mi madre, cuando muerra mi madre…” Para cuando muriera su madre tenía por lo visto un montón de planes y proyectos, y empezaría a vivir la vida.
Y su madre morrió. El asturiano cuenta con dos variantes para la tercera persona de lo que en tiempos se llamó pretérito indefinido: morrió y morrú. Morrió se dice de las personas y morrú de los animales. Pues bien, la madre de Valentina morrió y a los quince días morrió la propia Valentina “por comer magdalenas calientes”.
Morrieron las dos en un tiempo en el que las maldiciones eran de una eficacia fatal.
Siempre te hicieron gracias estas muertes tan originales que ocurrían en otros tiempos, por comer comidas demasiado calientes o por beber bebidas demasiado frías. Mucha gente mayor sigue con esos mitos y tú sonríes cuando los oyes, pero, por si acaso, no le metes un bocado descomunal a una magdalena caliente, solamente un pequeño mordisco.
Te suena a aquellas temores mitológicas de la infancia de muertes que podían sobrevenir por recibir un balonazo en la barriga (quedabas embazáu) o porque por una pequeña herida de la mano se escapara toda la sangre y finalmente el alma piquinina y la vida. Eran los tiempos en que las mentiras se contaban en las manchas blancas de las uñas o cuando los huesos quedaban desigualados o se daban frotaciones o se recibían corrientes o se aplicaban las ventosas con una llama y una moneda de cobre.
2008/09/16
LAS MALEABLES MENTES SEMINARÍSTICAS
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Tomando una botella de sidra lees un artículo que D. Agustín Hevia Ballina escribió este lunes en La Nueva España (no aparece en la edición de internet) en recuerdo, in memoriam, de Don Ignacio María Olaizola Arrieta, que fue rector del Seminario mientras D. Agustín fue seminarista.
No conociste a Don Ignacio María, es más, no recuerdas haber oído nunca hablar de él. Dejó de ser rector en el año 62 y tú entraste en 1967, que no son muchos años de diferencia, pero los rectores que habían sido te quedarían muy arriba, y tú, en aquel entonces bastante tenías con ir aprobando por los pelos a primeros de septiembre.
El título de este artículo es una reproducción literal de una frase que D. Agustín incluye en su in memoriam cuando se refiere a un grupo de profesores como “ese plantel de sabios y eruditos profesores contribuyó con el rector (…) a dar al Seminario de Oviedo unos esquemas intelectuales sólidos y bien cimentados en las maleables mentes seminarísticas”. Relees varias veces la frase. Ahora cuando la escribes, el Word no reconoce “seminarísticas”. Don Agustín era/es muy amigo de inventar palabras. Por eso le llamó tanto la atención que, en tu adolescencia, cuando colaborabas en Alborada, aquella revista seminaril (otra invención, en este caso tuya) y escribieras un artículo sobre los tacos, te refirieras a la gente que taqueteaba.
- Carape, Luis Simón, taquetear no la recoge el Diccionario de la Academia, pero tiene sentido.
Don Agustín fomentó tu gusto por el latín, por el griego, por la mitología clásica, y faltó el canto de un duro para que te decantaras por esa rama que solo sigue, parafraseando a Blas de Otero, la inmensa pero imprescindible minoría. Seguiste otra vía, otra vida.
Lees que D. Agustín tuvo como profesores a otros que también lo fueron tuyos: Luis Cortina Prieto (que a ti te dio francés), D. Alfredo de la Roza (historia, además de música), D. Félix Prendes del Busto (un caballero al que nunca viste reír, que te introdujo en las uniones, las intersecciones, los conjuntos y los subconjuntos, un mundo novedoso del que no se hablaba en la escuela de Fierros), D. Enrique López (con los papiros de Qumrá).
Y caes en la cuenta de que todos esos, y otros como el inolvidable D. Isaac, formaron tu maleable mente seminarística. Y el siempre perspicaz D. Agustín utiliza nuevamente el polisémico maleable, que tanto puede derivar de malear (hacer malo lo bueno) como de malleus, martillo: aplícase a los metales que pueden batirse y extenderse en planchas o láminas. Crees que no están en contradicción.
Y ahora, después de varios días, tendrás que malearte, adaptarte a una nueva situación, porque, después de la mudanza, antes escribías contra la pared y ahora frente a una ventana, antes mirabas la pantalla a la izquierda y ahora lo haces a la derecha (son coincidencias inocentes, diseño obligado del nuevo habitáculo), y aunque tardes en encontrar un papel, un bolígrafo, un apunte, esperas captar de vez en cuando alguna idea suelta, alguna ocurrencia perdida, sin llegar al extremo de Camilo José Cela, que, para inspirarse o para concentrarse, mandó pintar totalmente de negro una habitación para escribir Oficio de tinieblas 5.
Que así sea.
2008/09/10
EL ATRACTIVO (FÍSICO) DE AZNAR
Por suerte no te gustan los hombres y si tuvieras que votar en una elección al hombre guapo, al tío bueno, al cachas o al mister, sería fácil que no estuvieras en la onda. Como no te gustan los hombres, tampoco te va Aznar y no entiendes qué puede tener este hombre vara gozar, dicen, de tanto éxito.
Hace unos años lo relacionaron con una actriz. Rumorea que algo queda. Ella tuvo que desmentirlo, difundiendo incluso un comunicado de prensa que daba a entender que estando en las antípodas ideológicas, malamente podía gustarle, pero para llevar la contraria ahí tenemos a Sarkozy y a la Bruni que anunció que el voto no tenía que seguir los caminos del amor.
Y ahora ruedan otros rumores de otras posibles paternidades, que, si son falsas, ojalá le caiga un paquete al medio que lo difundió y a los que se hicieron eco. Pero lo que te tiene en vilo es que algo de sex apeal le ven al ex presidente, no sabes si los redactores o las redactoras. Calculas que si fueras mujer, Aznar tendría el mismo atractivo que Ana Botella para ti, un aprobado. Y la Botella todavía tiene un quede, una pose, unos hoyinos, una mirada ovina.
Pero como tienes dudas y no entiendes de la misa la media preguntas a alguien de mucha confianza.
- ¿Oye, pa ti Aznar ta buenu?
- A mi me repele, a mi me da un ascu… esi bigote, tién esa cara…
Cogiste disimuladamente el móvil y grabaste con tu voz esas palabras para que no se te olvidaran.
Recuperadas para la eternidad, descansas.
2008/09/09
TREMAO
Este domingo aterrizaste en El Fontán, pero sin sidra ni picadillo. Una vuelta de vez en cuando por el rastro es una alternativa para variar. Siendo tan inminente la mudanza puedes ver en qué quedaron piezas que fueron el centro de los salones, junto con cuadros desvencijados, zapatos rotos, teléfonos, libros y artilugios descuartizados que dudas que salida pueden tener si no es el de hacer bulto.
El sábado, cuando hablaste con tu madre para ver qué tal le había ido el día, te dijo que anduvo a ablanas y que estaba todo tremao de carripochos. Tremao. No es palabras de tu vocabulario, es palabra asociada al mundo rural, quizá no la hayas dicho nunca, pero te gusta. No figura nada parecido en el diccionario de la RAE. Vas al de la Llingua Asturiana. Tremar: facer que un sitiu tea desordenáu. Por la noche te pusiste a escribir un artículo y tenías la cabeza tremá. Cambiaste de palo y quisiste seguir con El Castillo de Kafka, pero seguramente no era la lectura más apropiada si tienes la cabeza tremá. La premudanza te tiene tremau con esto va, esto no va. Calculas si serán distintas las mudanzas del personal de ciencias y del de letras, el de letras (historia, arqueología, literatura) queriendo conservar los recuerdos, y el de ciencias (economía, matemáticas) queriendo buscar valor. Estás tremau en esta dialéctica.
Con estas llegas al Rastro y aquello sí que está tremao. Te preguntas cómo pudieron llegar allí fotos enmarcadas de primeras comuniones de hace siete u ocho años y…una placa del homenaje de jubilación que hicieron en marzo de 1995 a un trabajador del ferrocarril al que conociste, y que sigue vivo.
Quedaste tremau del todo.
2008/09/06
EL MP3
Te trajeron los reyes un MP3, concretamente un CREATIVE. ¿Y para qué querías tú un MP3? Te arreglabas muy bien con otro MP3 de tu hija, que utilizabas para escuchar y escuchar unas cintas de inglés con la esperanza de que se te ablandara el oído. Quizá dentro de un lustro...
Estabas encantado también con una radio del año la pera, que funcionaba. Como se había roto la tapa de la pila tenías que llevarla atada con una goma pero la funcionalidad seguía completa, la rosca del volumen iba bien, la de las sintonías lo mismo. Bien es verdad que parecías ya un poco mal con ella, pero era una radio, no un jarrón para exhibir.
Pasadas unas semanas te pregunta tu hija que qué tal el MP3 nuevo y le dices que te arreglas con la radio y con el otro MP3. Lo cierto es que habías mirado alguna vez el manual de instrucciones y tantas posibilidades te habían echado para atrás.
Semanas más tarde, y con el gesto ya más serio, insiste en la pregunta y tú repites argumentos, hasta que poco después te armaste de valor, el MP3 no te iba a poder a ti, que te quedan años de conocer nuevos artilugios y lo que te rondaré, morena.
Te hiciste con los mandos del aparato, grabaste unos cuantos vídeos del coro, metiste cerca de mil canciones (folklore, sudamericanas, algo de música que fue moderna hace veinte años) para ir escuchando aleatoriamente, que no se te olvide para no perder detalle de esas inagotables historias de antes que cuenta tu madre cuando sacas el cuento de alguna rama del macroárbol genealógico. En fin, de no mirar para él acabó siendo un apéndice fijo.
Un buen día cuando vas a salir de casa para ir a trabajar, vas a la zapatera, coges el móvil de empresa, el móvil particular, la memoria USB, el pañuelo, las llaves, la cartera, miras bien en el cajón y no está el MP3, remiras los bolsos de la chaqueta que pusiste el día anterior por la tarde y nada, vas a la mesa del ordenador y tampoco.
Comentas:
- Creo que el MP3 está en la lavadora.
- Espera, que a lo mejor todavía no empezó a entrar el agua…Sí ya empezó.
- Nada, nada, la culpa es mía, al quitar la camisa ayer por la noche la arrebujaría sin mirar y la metí a la lavadora. Otras veces fueron papeles o lápices. Para otra vez espabilo.
- ¿Te llamo si aparece?
- Llámame con lo que sea.
Vas a trabajar. Esta emergencia te obliga a ir sin música. Vas cavilando. Es un aparato bueno y a lo mejor funciona igual. A veces hay milagros. O dejándolo secar. No, aplicarás el secador de pelo. Va a ser difícil. Tiene muchos componentes eléctricos, electrónicos, chips. Con el agua irá todo al carajo. Te ves en MediaMarkt o en El Corte Inglés. Cogerás uno similar. Ahora vienen con más gigas. Vaya lata, otra vez tener que volver a grabar todo lo que tenías. Vaya despiste. No es lo mismo un MP3 que un lápiz. ¡Cuántos lápices se habrán lavado y relavado!.
Ya llegaste a la oficina y te olvidas de momento del MP3 al que habrás dejado dando vueltas en la lavadora en el bolsillo de la camisa de cuadros.
Recibes un SMS: el mp3 no staba en la lvdora.
Respiras.
2008/09/04
QUE ALGUIEN (ME) PAGUE
Es una desgracia lo que ocurrió el domingo por la mañana en la fiesta de Huerces, una aldea de Gijón. Una chica de veinte años, de la comisión de festejos, si no de derecho sí de hecho, murió como consecuencia del lanzamiento o de la explosión de un o unos voladores, motivado o no por haberlos lanzado desde una carroza en movimiento, que volcó y la aplastó.
El padre es el presidente de la comisión de festejos y toda la familia organiza, o al menos, colabora desde siempre en la fiesta del pueblo.
Dice el padre que “lo que hacíamos era para el pueblo, no me pesa” y que “nadie es responsable, de haberlo seríamos todos”.
Lógico, es lo que dicen los sentimientos. Mejor así que cargar con algún tipo de responsabilidad moral. Es asumir con naturalidad las consecuencias negativas de cualquier actividad de riesgo, pero no siempre se piensa así porque cuando la responsabilidad se aleja del círculo afectivo del damnificado, las palabras suelen ser otras: que se haga justicia, que pague el culpable, no, no es por venganza, es para que nunca más vuelva a pasar una cosa así. Es lo que se dice. Es lo que se oye pero sabes que va a volver a pasar.
Por desgracia el dinero sirve también para medir culpas, acallar conciencias, baremar responsabilidades.
La última palabra la tendrá el juez, aunque nadie pida ninguna indemnización económica, pero veremos si alguien habla del seguro de la fiesta, de la garantía de la pirotecnia. Tendrás que estar atento.
2008/09/01
LO MEJOR DE ASTURIAS
La Nueva España formuló cinco preguntó a cien turistas ¿por qué Asturias? ¿lo mejor? ¿lo peor? ¿la sorpresa? ¿ha notado la crisis?
Te fijas, de momento en las respuestas a “lo mejor” y “la sorpresa”, las anotas procurando no repetir ninguna. Entre paréntesis, llegado el caso, escribirás si te sugieren algo: Los Picos de Europa (Orandi, los montes blancos), aparcar en el centro (vas de peatón) , El Acuario de Gijón (no lo conoces), el entorno y la gente, pueblos y hospitalidad, el ambiente, la falta de lluvia, el clima, Oviedo muy limpio (es verdad), edificios, paisaje, gente, la catedral de Oviedo (es el fondo de pantalla de tu móvil) , Covadonga (viviste un año allí y procuras ir todos los años, la última vez con tus compañeros de curso del Seminario), las autopistas (como a un minuto de tu casa coges una, no la valoras), la playa (vas poco), los bosques (también vas poco, pero estuviste en Torones a mediados de agosto), el descenso del Sella (bajaste dos o tres veces, merece la pena), la playa de San Lorenzo (la playa de tu infancia, en tren, trúculu, trúculu), la comida (te gusta todo), la arquitectura, los quesos (todos, el gamenéu, el cabrales, el afuega el pitu con un poco de dulce a poder ser), San Juan de La Arena (al otro lado de San Esteban, muy cuidado), los ríos (comer un bocadillo y tomar vino por la bota, sentado en una piedra mientras oyes solamente el riachuelo, uno de los mayores placeres), el surf (las contorsiones no son lo tuyo), muchos niños, la ruta del Cares (la hiciste, pero prefieres rutas vacías, nuevamente Torones), Avilés (gran desconocida, llevaste una vez a conocerla a unos auditores de Madrid y quedaron pasmados), las gaitas (a laita, que decía tu hija de pequeña), el cabo de Busto, el verde, las rutas por los Picos, las romerías, el parto de una vaca, la fiesta de Llanes, vivir con los lugareños, el agua, la amabilidad de la gente, no está degradada, el súper túnel, el tamaño de las mareas, el contraste playa-montaña, la forma de servir sidra (oh, la, la), los acantilados, la playa de Xivares (a la que vas cuando vas, a un paso de Oviedo, que permite un largo paseo si la marea está baja), Redes, las casas rurales (que disfrutas una vez año en Grandas de Salime, y no faltan ni la buena compañía ni las viandas fuertemente peleadas con la dietética), la cueva del Soplao, la tranquilidad.
Algunas de las menciones anteriores se intuyen en el mapa de Asturias en bronce, obra de Urrusti, medio invisible en una pared de la cafetería de la estación del Norte de Oviedo, que sirve de decorado a tragaperras y anuncios de bombones de chocolate barato.
Y nadie dijo: el Fontán y el pinchu de picadillo. Mejor: no hay peligro de overbooking.
La mayor parte de los encuestados responden NADA a lo peor, y a la última pregunta son mayoría las respuestas en el sentido de que no notaron la crisis, pero curiosamente ves que muhos de los que notaron la crisis también tienen algo que decir en lo peor. Esto dijeron: algunas carreteras, los límites de velocidad, el tiempo indeciso, mucha edificación nueva, no hay cultura de tapeo, gente poco agradable (lo dijo un catalán), paisanaje poco simpático (una catalana).
Crees que no les falta razón a quienes creen que la crisis está dentro de cada uno.
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