Antes de trabajar en esta empresa trabajaste en otra. Eran del mismo sector y, aunque no estás seguro del todo, crees que era otra porque otro era su código de identificación fiscal.
Pues bien, en esa otra empresa, hubo una época en la que estabas encargado de redactar y remitir todos los mese

Lo dicho, que había que estirar las noticias y, decididas éstas, alargar las palabras para que llegaran a un mínimo. Si se había echado un poco de pintura en una pared no ibas a utilizar el lenguaje telegráfico “pintada de beige la estación de ...”, sino que escribirías, por ejemplo: “de acuerdo con una riguroso metodología, antes de acometer las labores de la aplicación de la pintura propiamente dicha, se utilizó una técnica novedosa consistente en la aplicación de ácido muriático para asegurar la correcta alcalinidad…”. Y eso que no cobrabas por palabras, ni de ninguna otra forma.
Hoy cuando al ojear la prensa volviste a dar con algo del caso de Mari Carmen, leíste que el pederasta tenía “relación de conocimiento” con otro pederasta. Leíste la noticia por ver que era eso de la relación de conocimiento. Incluso miraste en internet y llegaste hasta Kant, para quien el hombre entra en relación de conocimiento con los objetos, pero no te parece que el redactor quisiera llegar a profundidades tales. Más bien crees que como decir “conocía” le pareció demasiado pobre “puso la noticia en valor”, tanto valor que te dejó perplejo con la tal relación de conocimiento, pero gracias a esa audacia gramatical legaría al mínimo de palabras que le habrá pedido el director para que saliera la noticia y pudiera devengar el incentivo.
Repites: relación de conocimiento, relación de conocimiento.
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