En el perfil enlazado a tu derecha, inmóvil desde hace años, consta tu gusto por Joan Manuel Serrat, autor/cantautor de gran cantidad de canciones de éxito, por ejemplo Aquellas pequeñas cosas. Serrat estaría pensando en altas cumbres y no en las pequeñas nimiedades que vas a contar, pero son tus nimiedades, tus pequeñas cosas.
Ayer por la tarde, desde tu ventana observaste a un empleado de la empresa concesionaria de la limpieza agachado arrancando a mano los hierbajos que nacían entre los adoquines. Es una labor infrecuente y quizá inútil. Desconoces si fue una orden/instrucción/indicación del encargado, si es una derivación de los pliegos del contrato o si es decisión del trabajador por propia iniciativa. Lo cierto es que te llamó la atención y como esta tarde seguía por allí realizando otras labores, tuviste la oportunidad de agradecérselo y de decirle que habías observado con admiración su trabajo.
Fin de la primera pequeña cosa.
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Esta mañana tenías pensado ir hasta El Fontán pero en el momento de salir, caían unas gotas y cambiaste de idea. Volviste por un paraguas a la oficina y decidiste tomar una sidra en las proximidades de la estación. Previamente compraste el periódico en el quiosco y mientras charlabas con unos oriundos de Fierros y de Heros/Eros te interrumpe un vigilante de seguridad, que quiere hablar contigo pero a poder ser no en la oficina. Tomas un café por la tarde y te traslada su preocupación por las situaciones conflictivas que se producen en los andenes, en los tornos de entrada y de salida. No es un exagerado y sientes no poder darle un manual de instrucciones en el que queden acotadas todas las situaciones posibles.
Fin de la segunda pequeña cosa.
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Dejas con la palabra en la boca a los de Fierros/Heros porque pasa un antiguo conocido del colegio de abogados a quien tenías gana de preguntar si era de la zona, tal como habías oído. Así es. Te conocía por el Facebook y cuenta sus antecedentes por La Frecha y la Vega’l Rei, las investigaciones genealógicas realizadas y hasta el corto que consiguió del asalto al cuartel de la guardia civil en Campomanes cuando la revolución del 34. Quedáis emplazados para intercambiar datos.
Fin de la tercera pequeña cosa.
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En la sidrería de reserva coincides con otro reservista y habláis sobre el estrés/mobbing de los camareros y, por extensión, de los obreros de las mínimas empresas de tres o cuatro de plantilla. Queda convencido de que quizá los clientes colaboremos a algún apartheid al exigir caprichosamente que nos eche sidra Mengano, cuando quizá Zutano la escancia igual de bien, y señalamos con el dedo al patrón de la culpa que tenemos nosotros.
Fin de la cuarta pequeña cosa.
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