Cuando hace unos años, después de muchos de un negligente paréntesis, fuiste recabando teléfonos para ponerte en contacto, con mayor o menor éxito, con todos y cada uno de ellos, alguien te indicó que Pico trabajaba en el colegio Veneranda Manzano por las tardes y que solía coger el teléfono. No tuviste falta de disimular la voz porque no la reconocería. Anunciaste que se trababa de una encuesta de la Consejería, interesada en conocer si los trabajadores de los centros sabían quién era el personaje que daba nombre al centro.
-¿Me puede decir quien fue Veneranda Manzano?
Con su aparente titubeo tinetense te indicó quien era la maestra Veneranda.
Al poco de aquello Pico creó una página (pirata) para subir a Internet archivos en blanco y negro de los viejos tiempos, que fue útil mientras se pudo. Pico, hablamos de la adolescencia, era el hombre de los experimentos, no siempre piratas (Alipio no le andaba a la zaga).
Conocedor de tus afanes genealógicos, te facilitó datos de una rama de La Frecha, ya que los ancestros de su mujer son la zona y se detallan en la biografía de Luis Montero Jabugo http://www.helicon.es/pen/7848535.htm.
Pese a esa buena relación que teníais, desconocías que estuviera enfermo y cuando este sábado por la mañana te encuentras con tu compañero Cocina en El Fontán y te anuncia la grave enfermedad de Pico, no te lo puedes creer. Dos horas después te llama García Amor para preguntarte si sabes lo de Pico. En el Fontán te dio tiempo a leer solamente la primera parte del periódico. No habías llegado a las esquelas y ya no hubo manera de asistir a su funeral.
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