Free CounterIndagando en árboles genealógicos varios, tienes tomadas multitud de notas de historias que te va contando tu madre, que vas pasando pacientemente a la ficha informática de la respectiva persona o personaje afectado. Lo difícil es recuperarlas porque tampoco tienes una lista de notas así que ahí quedan sepultadas hasta que por pura casualidad vuelves sobre ellas porque algún asterisco te indica que alguna persona tiene asociada una observación.
Ahí quedaría perdida la triste historia de Valentina si no fuera porque diste con la esquela de su marido, lo que te permitió completar algunos datos y revivir alguna historia.
En aquellos años cuarenta o más atrás el mundo estaba lleno de mitos o tú los ves así desde esta atalaya del siglo XXI.
Valentina vivía en Valladolid y venía mucho a Fierros porque aquí seguía viviendo su madre, enferma. Debía ser una tarea ingrata para ella y difícil de llevar porque para la pequeña historia quedó su frase, que a lo mejor pronunció una sola vez, pero aquí está: “Ay, cuando muerra mi madre, cuando muerra mi madre…” Para cuando muriera su madre tenía por lo visto un montón de planes y proyectos, y empezaría a vivir la vida.
Y su madre morrió. El asturiano cuenta con dos variantes para la tercera persona de lo que en tiempos se llamó pretérito indefinido: morrió y morrú. Morrió se dice de las personas y morrú de los animales. Pues bien, la madre de Valentina morrió y a los quince días morrió la propia Valentina “por comer magdalenas calientes”.
Morrieron las dos en un tiempo en el que las maldiciones eran de una eficacia fatal.
Siempre te hicieron gracias estas muertes tan originales que ocurrían en otros tiempos, por comer comidas demasiado calientes o por beber bebidas demasiado frías. Mucha gente mayor sigue con esos mitos y tú sonríes cuando los oyes, pero, por si acaso, no le metes un bocado descomunal a una magdalena caliente, solamente un pequeño mordisco.
Te suena a aquellas temores mitológicas de la infancia de muertes que podían sobrevenir por recibir un balonazo en la barriga (quedabas embazáu) o porque por una pequeña herida de la mano se escapara toda la sangre y finalmente el alma piquinina y la vida. Eran los tiempos en que las mentiras se contaban en las manchas blancas de las uñas o cuando los huesos quedaban desigualados o se daban frotaciones o se recibían corrientes o se aplicaban las ventosas con una llama y una moneda de cobre.
3 comentarios:
y relativos a las mujeres y "el asunto" ni te cuento... Para empezar cuando "andas con el asunto" (más conocido como tener la regla) no puedes tocar plantas porque mueren... Y de ahí p´arriba...
se echa de menos leerte
Dos paginas web recomendables.
La primera me la encontrñé hace tiempo y la miro bastante a menudo, he escogido para tí la que hace mención a los dichos asturianos por referencia a tu artículo : http://www.xuliocs.com/index.php?pagina=http://www.xuliocs.com/etnografia.htm
Y la segunda, va de trenes, para que eches un vistazo
http://www.bierzotren.com/his73.htm
Salud
http://www.bierzotren.com/his73.htm
Publicar un comentario