Vuelves, una vez más, a Saramago. No te importa ser animal que tropieza una y otra vez en la misma piedra o en otra parecida, en este caso el Manual de pintura y caligrafía.
Hacia la mitad de la novela, o el género al que pertenezca esta obra, lees “Escribir en primera persona es una facilidad, pero también una amputación. Se dice lo que está ocurriendo en presencia del narrador, se dice lo que él piensa (si es que quiere confesarlo) y lo que dice y lo que hace, y lo que dicen y hacen quienes con él están, pero no lo que éstos piensan, salvo cuando lo dicho coincida con lo pensado, y sobre eso nadie puede tener seguridad.”
Cuando Saramago escribió el párrafo anterior no sabía que a mediados de agosto de 2014 el arzobispo de Oviedo iba a ser intervenido quirúrgicamente en el Centro Médico de Oviedo ni que la portada del primer periódico regional iba a recoger literalmente las manifestaciones del prelado: “los médicos están impactados con la rapidez de la evolución”. Lo dice el enfermo, pero los galenos no se manifiestan directamente.
2014/08/16
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