Te regalan un ejemplar de los “Cuentos de güilu”, de Jesús
García García, de San Miguel del Río, con biografía en en el libro de lenenses de Tomillo.
Son diez cuentos breves, de lectura fácil en cuanto al
argumento, escritos en el asturiano de la zona, que tanto te recuerda a la
forma de hablar del tío Amalio el de La Romía y que identificas también en algunos conocidos originarios
de San Miguel o La Malvea o Vil.lar de Payares, que los de la zona somos
capaces de distinguir de otros pueblos cercanos. Una lengua conocida, pero que
te resulta extraña al verla escrita y te obliga a leer algunos párrafos en voz
alta para un mejor seguimiento. También se encuentran refranes que tu abuela repetía.
No son exclusivos de la comarca, pero por lo visto vendía chucherías por San
Miguel y pudo quedarse con ellos por ser por allí muy frecuentes. Nun hai
rial de plata que paeza bien a toos. Una gran subía tien siempre una gran baxá.
Los cuentos están estratégicamente ordenados desde los más
sencillos a los más espirituales, desde los de mayor presencia de animales a la
exclusiva de humanos.
Son cuentos-cuentos generalmente tristes, de pócimas
mágicas, de animales inteligentes, obedientes, buenos, que merecen curaciones milagrosas.
Los hay de perros, potros, vacas, l.lobos. A veces son como personas y si, por
la edad o por algún achaque, quedan impotentes, el dueño sufre y se solidariza
con ellos. Es el caso también de crías que, muerta la madre, son amamantadas
por parientes adultas, que las tratan con cierto desdén.
El autor refleja la opresiva presencia de los guardias o los militares en la posguerra, pintados aquellos con algo más de benevolencia. Tampoco falta el mítico fugau del monte ni los curas comprensivos, los frailes aprovechados y con escasa fe, los abuelos sacrificados, los huérfanos tristes, las madres laboriosas y rezadoras que sufren con sus hijos mineros juradores pero de buen corazón.
Algunos cuentos incluyen una moraleja explícita, en otras se
sobreentiende. Los recuerdos son ambivalentes, a veces se fijan como clavos, en
otras ocasiones se moldean al gusto para hacer más llevadera la vida.
“Los recuerdos, Luisina, de tanto tar nel corazón fáense
carne y sangre d’ún”.
“La meyor cualidá del pasao ye que la memoria, a veces,
aporta a dexamos volver a él y recrealu colas emiendas y correciones que lu
fagan más afayaízu”.
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