Se refiere al conflicto que una Asociación de Vecinos mantiene con el añejo bar, con victoria parcial de aquella, que de momento obligó al hostelero a dejar libre el espacio bajo los soportales de la plaza interior. Todavía permanecen las sillas y mesas en los soportales exteriores, quizá por poco tiempo. Cuando se consolide la victoria, tendrás que mudar de costumbres porque el paso entre columnas acabará siendo territorio de colgados y tirados varios, eso sí, con la ley, la botella y la papelina en la mano. No sólo está preocupado el dueño. Hace unos días uno de los camareros confesaba su inquietud ya que pasaban a depender únicamente del clima ya que las lonas del aire disuaden solamente de cuatro gotas.
Conoces pocos casos de feliz convivencia entre hosteleros y vecinos, que pueden ser incluso gente caleyera y nada abstemia, pero ejercen sus aficiones como mínimo a veinte metros de su respectivo portal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario