Tuviste una mañana de sábado placentera y provechosa, aunque antes de la excursión al Fontán, no hubo más remedio que pagar la penitencia: unas compras en el Mas y Más (no vayan a caducar los vales de descuento) y visita a una joyería porque los miles de artilugios que hay por casa no funcionan con cuerda. Lo mejor de la compra del Más y Más fue un dato para ese árbol genealógico que te tiene tan entretenido. Los lenenses están en el mundo entero.
Una vez en la plaza porticada, debidamente situado en zona de sombra, los hados quisieron que pasara por allí una abogada amiga que te resolvió un asesoramiento familiar que ibas a tener que acometer el lunes, con lo que te evitó horas de navegación hasta dar con la clave. Punto conseguido, así que no fue cierto en este caso el refrán: “las consultas de pasillo no son buenas ni para el cliente ni para el bolsillo”.
Acto seguido, te encuentras con un antiguo jefe del que guardas buen recuerdo ¿se guarda mejor recuerdo de los jefes antiguos que de los nuevos?
Con tanto palique casi no te da tiempo de ojear La Nueva España. Habías leído el día anterior que una alumna de las Dominicas (donde cantas) había ganado el concurso ¿Qué es un Rey para ti? por lo que sería recibida por Su Majestad. Al leer el pié de foto que ilustraba la noticia observaste un error porque incluía el nombre de la directora del colegio, y bien se veía que aquella no era, que a las directoras de colegios de monjas el viento no les ondea la melena.
Entre culín y culín, al leer el periódico del sábado ves que en los titulares aparece “la niña de la Inmaculada que ganó el concurso…”. ¿Pero no era de las Dominicas?. También lees, lagarto, lagarto, que “Andrea, que ya quedó finalista en el certamen del año pasado, reconoció la colaboración de su madre en el diseño del libro desplegable, cuidadosamente presentado, con una divertida ilustración interior y un texto que define su concepto de la institución de la Corona”. Vamos, que lo hizo la madre, lo que suele ocurrir en estas ocasiones, para qué nos vamos a engañar.
Ni una leve autocrítica en el periódico, ni una rectificación, nada de “en la edición de ayer se deslizó un error…”, nada, borrón y cuenta nueva y aquí no pasó nada.
Al periódico, le pasa lo que al picadillo, sabes que no están bien, pero a los dos les puedes decir: y, sin embargo, te quiero.
1 comentario:
Me lo dijeron mil veces,
pero nunca quise poner atención,
cuando llegaron los llantos,
ya estabas muy dentro de mi corazón.
Tes esperaba hasta muy tarde,
ningún reproche te hacía,
lo más que te preguntaba
era que si me querías.
Y bajo tus besos en la madrugá
sin que tú notaras la cruz de mi angustia
solía cantar:
Te quiero más que a mis ojos,
te quiero más que a mi vida
más que al aire que respiro,
y más que a la mare mía.
Que se me paren los pulsos
si te dejo de querer
que las campanas me doblen
si te engaño alguna vez.
Eres mi vida y mi muerte
te lo juro compañero
no debía de quererte
no debía de quererte
y sin embargo te quiero.
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