A.M.D.G., a la mayor gloria de Dios, lema de los jesuitas.
Es un alegato inmisericorde contra la Compañía de Jesús, en
uno de cuyos colegios estudió el autor.
Como tú también estudiaste interno en un colegio de curas,
reconoces perfectamente muchas de las situaciones que refleja, así como los
perfiles de los distintos personajes: los alumnos, los curas (cada uno cortado
por distinto patrón, que no se comportan igual con los alumnos que con sus
iguales), las instalaciones del colegio, las austeras habitaciones, el comedor (refectorio),
las comidas, la llegada de los alumnos al comienzo del curso y la diferente
forma de afrontarla; la entrega de los diplomas; el nombramiento de los diferentes
cargos, como el de relojero.
Se detallan los castigos infamantes, que llegan a caer en el
sadismo. También la obsesión sexual de algunos curas, como el enfermero, que
ausculta el ‘cetro’ del alumno, independiente de los síntomas que presente. Se
relatan esperpénticas escenas amorosas del jesuita fofo y la viuda desconsolada
e infiel. Y la hipocresía de las beatas, cuyos maridos van de putas, junto con
alguno de los jesuitas.
En definitiva, una novela muy entretenida y sin
complicaciones de lectura.
Te trajo algún recuerdo. "Bertuco pegó el rostro a los vidrios de un ventanal". Cuenta tu madre que en una ocasión te sorprendió de espaldas a ella en un largo pasillo mientras mirabas al patio. Como no te dabas la vuelta, vio tus lágrimas en los cristales, que hacían de espejo. Diez u once años, un dolor visto desde hoy.
"El refectorio es una pieza alongada, de aire ceniciento; el piso, embaldosado de losetas grises; las paredes, grises y desnudas..."
"Comenzaron a llegar los alumnos lentamente. Los nuevos, de la tercera división, lloraban casi todos. Los antiguos se saludaban y abrazaban, con cierta timidez y encogimiento, como silos tres meses de separación les hubiera extrañado a unos de otros".
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