Hace unos días, según pasabas por la calle Campoamor de Oviedo, área de ciudadanos presumiblemente bien educados dada su proximidad a la principal calle de la ciudad, veías a una señora caminar con una bolsa de basura de considerable tamaño, que acabó depositando muy cuidadosamente encima de esas papeleras verdosas y cilíndricas típicas de la capital. La colocó con sumo esmero procurando que el orificio circular de la papelera quedara debidamente sellado, no fuera a entrar alguna porquería más. Era por la tarde y no faltaría mucho para la hora vespertina de los cubos de la basura. Por aquello de buscar una circunstancia atenuante, quizá la señora iba a salir de viaje y se vio en la necesidad de deshacerse de los detritos, a todos nos pasó alguna vez, pero afogar de esa forma la papelera…
Esa misma tarde pasaste por el Alimerka. Un niño travieso correteaba descuidadamente por los pasillos y tropezó con un cartel que marcaba el precio de unos melones o unas sandías y el rótulo acabó en el suelo. El niño, intuitivo sabedor de que algo hizo mal, avisó del leve suceso a la que supones su abuela, señalando con el dedo:
- Lo tiré al suelo, lo tiré al suelo.
- Luego lo cogemos.
Estuviste atento por si después de que la abuela y el niño terminaran las compras en la zona de la frutería, se acordaban del cartel. En el suelo quedó y el niño se iría convenciendo de que no hay que dar importancia a esos detalles. Para eso reciben su salario los siervos de la gleba.
Entras en casa, bajas al garaje y en la micropapelera diseñada para minucias, algún pulcro convecino no pudo soportar que unos cuantos envases y otros restos tuvieran que permanecer varias horas en su propio cubo de la basura. A cambio de dejar de aquella manera la papelera, su coche, que es lo que importa, habrá quedado impoluto.
Tampoco tu comportamiento fue modélico: en el primer caso bien podías haber cogido la bolsa y bajarla al suelo para que al menos la papelera pudiera cumplir su función; en el segundo nada tu hubiera costado colocar el cartel en el borde del melonar; en el último también podías aplastar los envases, que tanto no ocuparían, y juntarlos con los tuyos en una bolsa amarilla debajo de tu fregadero hasta que llegara el día del reciclaje, pero...
Los desechos, muestra de conciencia cívica.
Yo también me fijé en la papelera del garaje, que además lleva varios días y... a mí tb me molestaron y tampoco hice nada.
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