Tiene tu hermana un cuadro de Laura Antolín, reconocida pintora naïf lenense, que representa la trastienda de un circo, la parte trasera, lo que no se ve, los niños jugando a su aire, los cachivaches y lo que hay detrás. A lo mejor lee este suelto y le da por sacar una foto y mandártela para ilustrar esta entrada.
Siempre hay una trastienda en el circo y en la vida. En el programa deportivo de Canal Plus EL DÍA DESPUÉS era LO QUE EL OJO NO VE. Asocias la idea con el primer y definitivo apunte que del cubismo te dio tu profesor del historia del arte, Don Raúl Arias, bibliotecario del Seminario y archivero de la catedral: una mirada tridimensional, con rayos X, de manera que el artista plasma lo que no consigue la fotografía, lo que el ojo humano no obtiene con un único golpe de vista. Un profesor de arte pijo y esnob diría que ese es el valor añadido del cubismo.
De ese cuadro y de lo que significa te acordaste un día cuando ya te retirabas de la playa al fijarte en la parte trasera del castillo que días anteriores te habías detenido a contemplar en los nocturnos paseos por el paseo de la playa de Levante, seguramente antes de tomar la animosa agua de Valencia. Desde la retaguardia ves los aparejos, las palas, los calderos, la materia prima y hasta intuyes el proceso de elaboración.
Otro día que madrugaste a comprar el periódico, tendrías oportunidad de ver que el castillo incluye unas canalizaciones interiores de manera que desde algunas torres se irriga agua milagrosa, quizá con algún potingue adicional, que consigue la firmeza y la tersura del castillo.
Necesitas tres fotos y tres miradas para hacerte una idea, lo que Picasso habría refundido en un único dibujo.
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La familia te leyó ¿quién si no? Aquí el cuadro de Laura Antolín
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