Alguien te dijo que cómo te ibas a arreglar quince días en Benidorm sin escribir nada y contestaste que no escribirías pero que tomarías notas, que crearías archivos mentales, que observarías el panorama y que algo se te ocurriría para la vuelta.
- En Benidorm no hay nada que ver.
- Te prometo que habrá materia para un artículo por cada día que esté allí
- ¿Y cuanto tiempo vas a estar?
- Diecisiete noches.
- Imposible. No hay materia para tanto.
Van dieciséis y te queda la retirada.
Viviendo del tren sabes que en los túneles también hay vida, se avanza, el tren parece que sale con nuevo ímpetu, con renovados bríos. Y los ferroviarios saben que en los túneles hay refugios para resguardarse por si asoma el foco veloz y silencioso. En este refugio-reserva quedaron ideas que ya no vas a poder plasmar: los juegos de cartas que a veces lleva el aire, los modernos Ícaros que sobrevuelan la playa, los sudokus que ganan terreno a los crucigramas como los números los ganan a las letras, el footing mañanero (de espectador, se sobreentiende), los fuegos artificiales de día y de noche, la lectura de La Nueva España con un día de retraso (cuando otros periódicos regionales se reciben en el día).
En nada, sales a la luz de otras rutinas.
Sólo queda un día, la retirada.
Pues tienes que volver, porque has estado brillante!
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