2008/08/08

BENIDORM 11. QUE NADIE PISE MI TOALLA

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Barrer (un poco, solo un poco) para casa te parece normal, llegas incluso a disculparlo. Va en contra de tu idea de justicia, uno de cuyos pilares es la igualdad, responder igual ante supuestos iguales. Es cierto que no todos los casos de la vida se pueden meter en un bombo para que una máquina los valores y resuelva, de ahí que quizá por un mismo insulto en una demarcación condenen al lenguaraz y en otra no, o incluso el mismo juzgador resuelva de una forma diferente el mismo caso si hay tres semanas de diferencia. O ante muy similar examen, un año quede un alumno para septiembre y al año siguiente demos por bueno el pulpo como animal de compañía.

Lo que no toleras, ni apoyas, ni comprendes es que lo que haces tú o uno de los tuyos esté perfecto y si es obra de otros, sea poco menos que para matarlos; que cuando conduces, que no ose asomar ningún peatón por la carretera, porque aceleras para intimidar, pero si vas de peatón, que detenga el coche ¿qué yé, que no me ve, ho?, que si te tienes que cambiar de domicilio es normal que pidas un día de permiso, pero si también tienes una empresa, que no te pidan ese día ninguno de tus empleados.

No hace falta poner más ejemplos porque la vida está llena de ellos.

Lo mismo que observas en la playa. Si la toalla de otro está sola, la puedes pisar para evitar un rodeo pero cuando nuestro amigo se va a dar un chapuzón o un largo paseo, quiere encontrar la suya planchada, como la dejó, aunque hayan pasado dos horas. Caso distinto es que él mismo cuando llegue se siente con la silla y todo su cuerpo justamente encima de la misma toalla intocable. Como su cuerpo levita, quedará intacta. Se conoce que solo se deteriora en contato con otros pies.

En fin…no deja de ser un caso cualquiera.

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