Chao San Martín
Llaves en el Museo del Chao
Cancilla
Perrinos. Nos acompañaron en un paseo de diez kilómetros y al entrar en un bar, a eso de las nueve de la noche, uno se perdió. ¡Qué disgusto! Era el que cuidaba la tierra para que no entrara el jabalí. Nosotros todos tristes y resulta que a las doce de la noche, el perro volvió y cumplió ya su función nocturna, pero nos enteramos al día siguiente.
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