2007/02/26

DE DERECHAS O DE IZQUIERDAS (de Francisco Sosa Wagner)

España se divide en bandos, banderías, cáfilas, hordas ... Triste espectáculo que daría para páginas amargas, de llanto por la razón perdida, de dolor y de punzadas en lo íntimo, como las que afligieron a la generación del 98, cuyos miembros iban sollozando por las esquinas y cobrando los derechos de autor de tales gemidos.
Pero estas “Soserías” no están para ver las cosas por la tremenda, para eso ya hay muchos columnistas sabios que chorrean el plomo derretido de sus sesudas entendederas. Aquí estamos para pasar el rato y tratar de ver las cosas de una forma distinta, más juguetona, menos envarada.
Probemos con las afirmaciones que oímos en boca de prohombres o promujeres, que es como se dirá ahora en este festival de los géneros que disfrutamos. “A mí no me venga usted con cuentos que yo soy muy de izquierdas”. O “muy de derechas”. Da igual. Trato de aislar la confesión contundente, la opinión sin matices, la toma unívoca de posición. “Pero ¿de verdad es usted siempre de izquierdas (o de derechas)?, ¿es posible que no se concede usted respiro alguno?” “No, señor, así soy porque a mi padre o a mi abuelo ...”. Y ahí viene un recordatorio sucinto de la historia familiar y de las (des) venturas sufridas.
A mí, estos señores -o señoras- de una pieza me dan mucha risa. Y me acuerdo de Miguel Mihura al que hacían estas preguntas en los años setenta en la revista “Triunfo”, que era a la sazón el talmud de la izquierda. Mihura era un autor teatral consagrado, había revolucionado la escena y el humor con los “tres sombreros de copa”, pero era hombre que había huido del Madrid republicano -no por nada, es que querían fusilarlo- y se había instalado en la zona franquista, en San Sebastián, me parece -donde fusilaban a otros, pero no a él-. Además había escrito luego muchas comedias que se consideraban burguesas, poco “comprometidas”, como decíamos los pazguatos, según la moda (la “corrección”) de la época. Los de “Triunfo” querían, con todo, salvarlo, rescatándolo para el progreso. Y le decían: usted, don Miguel, ¿se considera de derechas? Cuando esperaban una contestación que les aliviara la conciencia por dar cancha en una revista de izquierdas a un conservador, Mihura razonaba: “pues mire, soy de derechas por la mañana, después de desayunar y leer el ABC; por la tarde, después de la siesta y de la visita del fontanero, soy de izquierdas”.
¿Qué quería decir con ello un hombre con la mirada buida del humorista? Pues que si y que no, y que a veces para allá y otras veces para acá. Así es la vida, llena de vetas, de meandros, de alturas y de planicies. Productos compactos no sé si los hay entre los metales, el hierro o el plutonio (sospecho que tampoco), pero... ¿entre los hombres? Y menos a lo largo de toda la vida cuando es bien cierto que nada hay más diferente y desconcertante que una misma persona si se la mira en las diferentes etapas de su existencia.
Cuando era más joven lo que se preguntaba a Mihura era sobre su inclinación o desapego al trabajo. Esto venía a cuento porque él blasonaba de levantarse a las doce, y sostenía que lo único placentero que había en el mundo era comer besugos en Fuenterrabía y leer novelas policiacas. Pero, cuando se le apretaba, entonces hacía la reflexión puntualizadora: soy trabajador y soy vago, como soy rico y pobre, alto y bajo ... depende. Es como cuando le preguntaban a Jorge Luis Borges si era Borges: “a veces”, respondía. Pues así es: somos lo que somos “a veces”, habitados por todas las contradicciones del mundo, por todos los desfallecimientos, por todas las debilidades que son propias del merengue humano. ¿Cree usted en Dios? Pues a veces, hijo mío, porque otras veces me entran dudas o simplemente no creo. Es que las cosas son así: fluctuantes, serpeantes, descalzas y calzadas. Somos piezas truncadas, lluvia que no empapa, nubes indecisas, astros lejanos/cercanos, frágiles todos como una taza china, cáscara y fruto, cactus y rosal...
Tan solo hay en la Creación un producto compacto y sin fisuras: el idiota.

2007/02/24

EL FUTURO DE BOLIVIA

En el Club de Prensa Asturiana se anuncia una conferencia de Julio Gavito, que fue el directivo español de Repsol YPF que estuvo retenido o detenido en Bolivia después de la subida al poder de Evo Morales. Va a hablar sobre el futuro de Bolivia. Presenta al conferenciante Pedro de Silva. Oír a cualquiera de los dos es justificación suficiente para acudir. También está Toribio, el presidente de Tribuna Ciudadana, digno de admiración aunque solo sea por haber sido vilipendiado en ese mismo lugar hace unos meses por Gustavo Bueno, filósofo reconvertido a gurú.
Pedro de Silva va con atuendo desenfadado. Ya anduvo bastante de corbata en su época de Presidente Autonómico, y antes y ahora cuando le toca deambular por juzgados y tribunales o acudir a alguno de los varios Consejos de Administración por los que devenga dietas. Allí va a presentar a un amigo, y con los amigos sobran las etiquetas. En consecuencia puso para la ocasión un jersey rojo de pico, una camisa de cuadros verdosos, quizá unos pantalones de pana y la bandolera de piel con la que se le ve por la calle.
Comienza jugando con el micrófono. Tiene suerte: el primero no funciona, tampoco el segundo. Pone cara de una leve circunspección, sin exagerar. Parafraseando a Machado, hace gala de una torpe indumentaria informática seguramente falsa. De momento consiguió hacerse el interesante.
Presenta el acto de una forma muy original. Él tuvo la idea y Gavito la trabajó. Pedro de Silva le mandó un correo pidiéndole que le contara qué fue de su vida hasta los dieciocho años, porque necesitaba algún dato para la presentación. Pedro se limitó a leer un par de correos que Gavito le envió contando cosas de su infancia. El trabajo para Gavito, pero el tanto para de Silva.
Pedro de Silva definió a Gavito como un seductor cuya dimisión fue una consecuencia más de la reconversión industrial. Recordaron la carta de dimisión “final” que le presentó entonces, que sería irrevocable, y que el presidente no aceptó haciendo el papelón normal de las dimisiones de no admitirla a la primera para no herir al dimisionario.
Gavito es ingeniero y antes y después de su paso por la política estuvo vinculado a los hidrocarburos. La muerte de Franco lo pilló en Kuwait. Inmediatamente volvió para España porque no se quería perder la transición. Más bien se le acabaría el contrato o surgiría una oportunidad de volver, pero todo el mundo tiene derecho a hacer la cirugía estética a algún tramo del pasado.
Evocó con pesar los tiempos en los que por apoyar la caída del Sha de Persia, toda la progresía encumbró a Jomeini, y en qué acabó la cosa, en un retroceso a la Edad Media.
Y leyó una conferencia muy trabajada sobre los males de Bolivia. Analizó el indigenismo, ahora mas fotogénico, que oculta un racismo atroz; la generalizada corrupción a todas las escalas, desde una subvención a un permiso o a una sentencia. Pasó de puntillas por la “anécdota” de su detención, y para eso se lo tuvo que preguntar un amigo entre el público. Dijo simplemente que faltaba un papel y que durmió esa noche en comisaría, y que si no lo soltaron antes fue porque de noche son horas hábiles para detener pero no para poner en libertad. La diplomacia española y la prensa no lo consideraron una anécdota entonces, pero cada uno recuerda lo que quiere y como quiere.
Parte del público esperaba un ataque furibundo a Evo Morales y a su régimen. No lo hubo. De su conferencia se pudo sacar fácilmente la conclusión de que Estados Unidos no va a invertir allí ni un dólar, no vaya a haber nacionalizaciones. Sin ayuda/inversión exterior aquel país tardará en salir adelante. Justificó la presencia de su empresa en Bolivia y defendió que, en contra de lo que piensa la opinión boliviana dominante, fue mucho más lo invertido que lo recogido.
Un señor del público, calvo, de unos cincuenta años, le formuló una pregunta curiosa. Le dijo que se imaginara que aquellos oyentes en realidad eran la Junta General de Accionistas de una empresa de Hidrocarburos y que él tenía que convencerlos para que invirtieran en Bolivia.
El conferenciante, recordando su cintura política, eludió bien la pregunta contando que Repsol tenía un compromiso contractual de suministrar gas a Argentina y había que cumplirlo. Pedro de Silva le elogió la salida picardiosa. El señor calvo no siguió polemizando, aunque la pregunta podría haberse dirigido también al presentador, consejero de Hidrocantábrico.
Julio Gavito salió airoso. No se detectó ninguna contradicción entre su aesentayochismo, su cargo de ex Consejero socialista y el de directivo de una transnacional, término que utilizó para referirse a las multinacionales.
Del público le formulan varias preguntas sobre el papel de las ONG’s y de la Iglesia. No las descalifica, pero las trata con cierto desdén, como procede según los cánones del clásico pensamiento izquierdista. Las califica de aspirinas, pese a que revela que su mujer, sentada al fondo de la sala, colabora con una organización eclesial.
Se lo creerá o nos querrá convencer, pero parece que para impulsar el desarrollo de un país como Bolivia no hay más alternativa que la inversión. Y los únicos que pueden invertir son empresas solidarias de países solidarios a quienes nos les importe sacrificarse ante la Junta General de Accionistas de su empresa por invertir en un país o en una zona de la que, siendo justos, se puede sacar muy poco.
A ver qué pone la prensa.

2007/02/23

CONCIERTO Y RUIDO MEDIÁTICO






Se planeó el concierto con miedo y con esperanza. No es la primera vez que el coro va a cantar en esa iglesia porque justamente es donde ensaya, pero sí es la primera vez que va a tener público. Sabes que va a ser un auditorio entusiasta, pero no desaparece del todo la preocupación. Normalmente siempre se canta después de una misa, con lo que se asegura una parte de audiencia. En esta ocasión es distinto. La gente tiene que ir ex profeso a veros y a escucharos a vosotros y al otro coro, el coro de Luarca, un buen coro.
Hay una serie de labores oscuras previas pero imprescindibles, por ejemplo, buscar un patrocinador, que era de la casa, comprar el regalo para el coro invitado, asegurarse de que abren las puertas y de que hay calefacción, de que funciona el micrófono, hacer algo de publicidad previa. Se elaboran unos carteles y hay que distribuirlos. Es una actividad que tenías olvidada. La última vez que anduviste pegando carteles fue con una asociación cultural de Pola de Lena y tendrías veinte años. También se trataba de rotular carteles y llevarlos por los comercios. Ya casi no te acuerdas de que de tanto escribir, al final la letra perdía el trazo horizontal y tiraba hacia abajo. Incluso se te olvidaron las piezas interpretadas entonces. Sí te acuerdas de que una era de Pachelbel. Quizá otra fuera de Monteverdi. Te acuerdas porque era la primera vez que oías hablar del tal Pachelbel. Los otros dos autores eran más conocidos pero la memoria es selectiva y los olvidaste y resulta que recuerdas los nombres que aprendiste en ese momento, señal de que el castigo de copiar la lección tiene su eficacia, aunque tenga mala prensa. También recuerdas que en la parte inferior ponías al director: Luis Gutiérrez Arias. Era el Coro Universitario y daban un concierto en la Iglesia de la Pola. No se te olvidó del todo porque por entonces Luis Gutiérrez Arias salía con frecuencia en la prensa. Y seguiste refrescando la memoria porque el Coro lo dirigió después Miguel Campos, que había estudiado contigo en el Seminario, aunque era unos años mayor. Más tarde coincidiste con Campos en la casona de San Francisco cuando estudiabas Derecho, tú andabas por allí, por la Biblioteca, que estaba en el piso superior, y el Coro Universitario ensayaba también en el primer piso en un aula situada al lado opuesto de la Biblioteca y coincidías con Campos a la entrada o a la salida. Viene todo esto a cuento de los carteles.
Pues bien, ya no te acuerdas de qué técnica utilizabas entonces para colocarlos, que decías, y eso que era una colocación masiva, habrás escrito cientos, sin exagerar, y tuviste que ir puerta por puerta. Hoy resulta que te toca colocar dos o tres y no sabes como y por dónde empezar y qué decir. Cada edad tiene su aquello.
Resuelta esa papeleta, llega el día del último ensayo. Por la mañana sale una reseña en la prensa. -¿Visteis la prensa? Mira, tengo aquí el recorte.
Es una alegría. La cosa se va entonando.
Hasta el día del concierto no sabéis exactamente los temas que se interpretarán. Hay alguna duda con alguna pieza, con algún pasaje.
Llega el día. Un compañero del coro, un manitas, por la mañana fabricó unos focos, que quedaron muy dignos porque iba a venir la prensa y la iluminación tenía que ser aceptable.
Al final invitáis a un pincheo al coro de Luarca y hay que preparar las mesas. Quedan preparadas. Se aproxima la hora del concierto. Faltan diez minutos.
-¿Visteis qué cantidad de gente hay?
Un poco os sorprende, y un mucho os anima. Previamente Regina Buitrago, conocida periodista local, especializada en ecos de sociedad y última periodista que entrevistó a Letizia Ortiz antes de que se supiera su principesco noviazgo, entrevista tantas veces repetida por la tele, va tomando nota para un reportaje que va a publicar el martes en LA VOZ. Regina estudió en el colegio y además la hija de otra destacada corista trabaja en el mismo periódico, de manera que hay unos puntos ganados.
El director te encargó que prepararas y dijeras unas palabras de introducción. A lo mejor el director pensó en cuatro palabras y te salieron ocho. El esquema lo tuviste in mente en el acto, pero te llevó tu tiempo pulirlo. Querías que saliera digno: que valiera de introducción, de agradecimiento a todos los que colaboraron, de elogio hacia el otro coro, sin desmerecer el tuyo, y algo sobre algún aspecto de la música coral. Es un orgullo que te hayan designado nuevamente para eso, pero, sinceramente, no te gusta dar la impresión de que mangoneas nada, porque estás radicalmente en contra de capillitas y chalaneos. A última hora hay que mencionar al presidente de la Federación Coral Asturiana, que asiste al concierto y pronuncia también unas palabras. Realmente es un puntazo que acuda a un acto así.
Cantais. La primera parte salió muy bien, tan bien, que seguramente el director se decidió a cantar también la pieza dudosa. El público aplaudió porque siempre aplaude. Desde el público, un no corista no se percata de ningún fallo. Desde dentro cada uno sabe lo que hubo, aunque siempre los hay optimistas y pesimistas, autocríticos y complacientes. Si tu voz, quiero decir, la de tu cuerda la oíste bien, tenderás a pensar que todo salió bien. Claro que no es lo mismo que estés en la esquina, que en el centro, en donde tienes una mayor visión o, por mejor decir, audición de conjunto. Por eso cuando finalizan los conciertos, suele haber división de opiniones.
Luego, el pincheo, un acto de armonía. Sube la moral. Y la danza entra (o sale, según versiones) de la panza.
El domingo por la mañana recibes un SMS de un amigo ferroviario que decía haberos visto en el periódico y que si todo salió como el porte, habría salido bien. Ves que se publicó una foto en LA NUEVA ESPAÑA. Solo la foto y el pié de página. Mecachis, cortaron a Salomé, una injusticia técnica.
El martes, antes de comer, te tomas una sidra. Como no coincides con nadie en el bar, lees el periódico que está libre, que resulta ser LA VOZ. Te habían dicho que ese día salía un reportaje, pero pasas la sección de Oviedo y la de Asturias y no lo encuentras. Tampoco estás familiarizado con LA VOZ. Ya al final das con la crónica de Regina, en el estilo de sus crónicas rosas, con muchos nombres en negrilla como cuando se cuentan las batallitas de los famosos, el mismo estilo de CUCA ALONSO en LA NUEVA ESPAÑA, que tan falsa te cae, y solo la conoces por foto, con su peinado repolludo a lo Pitita Ridruejo.
El reportaje de Regina está muy bien. Coño, parece que refuerza la moral.
Por la tarde hay ensayo. Noticia y recorte corren de mano en mano. Hay caras de alegría.
Meditas sobre la importancia de los medios de comunicación y cómo al final los hechos serían como serían pero lo que queda es el recuerdo de lo (bueno) que dijo la prensa.
No solo de pan vive el hombre.

2007/02/17

MORTERA, TRÁNSFUGA


¿A dónde caminas? ¿De quien estás recibiendo órdenes por el celular? En la foto no se percibe con nitidez tu sonrisa hueca/mueca, pero, como decía Pilar Manjón salvando las distancias ¿de qué te ríes? Así te retraté caminando por la plaza del Ayuntamiento, por la plaza de lo que querrías que fueran tus dominios, un día de esos que voy de free lance.
Fuiste concejal del Partido Socialista (me suena mejor así que con las siglas PSOE) entre 1995 y 2004, hasta tu expulsión después de disidencias internas en tu grupo. No seré de los que digan que fuiste siempre una calamidad, y que ya se veía venir, ni que mientras eras socialista todo lo hiciste bien y ahora todo mal. No, pero esos cambios de chaqueta no lo puede entender ningún ciudadano honrado, ni los que votan al PSOE ni los que votan al PP.
Lo hiciste muy bien en la oposición, realmente eras la voz cantante. El cabeza de lista era Leopoldo Tolivar Alas pero el de las refriegas eras tú. Todo el mundo se preguntaba qué hacía Tolivar en la política. Yo creo que simplemente fue un tributo que quiso pagar a una cierta tradición familiar. Pero Tolivar es de los intelectuales pichafría. Su reino no es de ese mundo, no es del cuerpo a cuerpo. Él es hombre de informes, de debates sosegados. Con Tolivar estabas tú, Mortera, y lo hiciste muy bien, realmente hacías competencia a Rivi, la mosca cojonera de IU, que siendo dos, sonaban como todos vosotros.
Pero, Mortera, te fuiste apartando de tu partido o del grupo municipal. No pudieron ser esas diferencias ideológicas en las que no crees. Suenan a risa las disquisiones y los matices en el seno de cada partido, siempre hay críticos y renovadores, y parece que los críticos están más de acuerdo con el sector oficial del partido contrario que con el sector contrario del partido propio. Ya te digo, no serán discrepancias ideológicas. ¿No leo que ponen en tu boca un titular en el que dices que “en la realidad práctica de la vida de la gente las ideologías no significan nada”?. Eso dices Mortera, sanchopancista. Y apostillas con otra frase, ya en el interior “Lo que hacen falta son recetas, no ideologías”. Hombre, Mortera, ya decía Franco que no había que meterse en política.
¡Pues claro que hacen falta las ideologías! No es un caso resuelto el de si invertir más en un barrio pobre (vamos a simplificar pero así nos entendemos), que en un barrio rico, es una cuestión técnica o una cuestión política. Si el gobierno es de izquierdas es una cuestión política, reequilibrar. Si el gobierno es de derechas, puede ser una decisión técnica, o tecnócrata, si así se entiende mejor: hacer ciudad extendiendo comodidades y mejoras, uniformando. Sí es una decisión ideológica si lo que se persigue es la procura de que todos los ciudadanos tengan los mismos servicios y, a la postre, los mismos derechos en su entorno cotidiano. Cuestión claramente técnica es la de si los parques se riegan al amanecer o al anochecer y si se barren con aspiradoras o con escobas. Eso es una decisión técnica que la pueden hacer igual de bien o igual de mal partidos conservadores, progresistas o independientes.
Pero, Mortera, tú, que tienes plaza fija, que eres funcionario, que podías vivir sin estar en la política, ¿Por qué no dimitiste discretamente una vez que entraste en desacuerdos radicales con tu partido? Buen favor habrías hecho a la dignidad democrática. Porque no todo el mundo está obligado a pensar toda la vida lo mismo. A veces pueden ocurrir hechos relevantes, críticos, que hagan cambiar a alguien legítimamente de opinión: que te toque la quiniela, que te maten a alguien en un atentado terrorista o que sufras en tus carnes la inseguridad ciudadana o que seas testigo de una guerra. También se puede ir cambiando de opinión con la edad. Es lógico y nadie te lo iba a reprochar. Hay muchos ejemplos: Antonio Gutiérrez, Carrillo, Tini Areces. Otros más dignos, como Gómez Llorente, que es la viva imagen de la dignidad, se marcharon sin hacer ni el más mínimo ruido. ¡Daría algo por recuperar el texto de un brillante mítin en Pola de Lena sobre 1980!
Vuelvo a ti. En ese caso, lo que procede, Mortera, es irse apartando quedito quedo, sin meter ruido, poco a poco, pides pasar de una comisión política a una comisión técnica ya que dices que lo importante son las recetas y no las ideologías. Pero hiciste como Tamames, que no puede estar callado. Hay mil maneras de salir con la cabeza alta. En tu labor posterior, de Defensor del Ciudadano, poca labor hiciste. Ese sí que es un trabajo puramente técnico, estadística de quejas, contestaciones, remitidos. Un día mandé un correo a tu negociado, simplemente por ver si se leían. Era una cuestión facilísima, de receta, no ideológica, una sugerencia: pintar el nombre de Palacio Valdés en el busto del Parque San Francisco. Que tiene letras pero están borradas. Sí, me contestaste que ibas a gestionar una placa. Una placa ahí quedaría como la gocha. Es un busto de piedra con pedestal de piedra, pero bueno, ya no me iba a meter ni a cartear porque sé que es una minucia, y, además, inútil. Ahora me parece que ya no estás de Defensor del Ciudadano, pero como el busto seguirá con las letras ilegibles, tendré la oportunidad de volver a enviar un mensaje a esa web en busca de suerte y de respuestas.
No sé, Mortera, a lo mejor estás atado al apellido, un apellido tan rural y tan asturiano, terreno comunal de pasto (menuda coincidencia), de propiedad comunal, acotado durante determinados períodos del año.
Ay, Mortera, Mortera, que veías que se te pasaba la vecería y pasaste a caballo ganador para que te volviera a tocar el turno, el turno del poder y de las pequeñas prebendas de un ayuntamiento de provincias.
Mortera, me darás pena cada vez que te vea, cada vez que oiga.

TRISTEZA

Mamá, quiero que me perdones. Perdóname por no haber sido más relevante en algo. Sabes que fui bueno contigo, como tú lo fuiste, más, conmigo. Me tuviste ya de mayor, pero no creo que esto tuviera nada que ver con mis achaques. De hecho, de niño y de adolescente estuve perfectamente. Después ya sabes que me dieron algunos ataques y desde entonces perdí facultades y, lo que fue peor, cogí miedo. Estuviste siempre a mi lado, cuando me veías desanimado, cuando me veías triste. Creo soy bueno con mi familia, como también lo son conmigo. Con mis compañeros es otra cosa. En un momento te echan una mano, pero otras veces ves malas caras, hay tensiones, dicen mirando para otro, pero para que lo oigas tú, que aquello no es una ONG, que para eso están las jubilaciones anticipadas. En el trabajo hago lo que puedo pero a veces no puedo más. Sé que, voy a decir una cursilada de moda, aporto muy poco valor añadido. A veces me mandan hacer cosas que no puedo terminar. Si lo dejo momentáneamente por ver si otro día estoy más concentrado, veo que lo está ya haciendo otro compañero. Soy callado. No pido explicaciones. Digo “iba a ponerme a hacerlo ahora”, pero el tono del “no te preocupes, ya está hecho” me disgusta. A veces digo “gracias”, otras simplemente aprieto los labios y callo. Me cuesta hacer algo que pueda terminar.
Tanto tienes, tanto vales. Y yo, mamá, en este sentido tengo poco y valgo poco. Me gusta la discreción. No participo en farras. Voy de casa al trabajo y del trabajo a casa, iba a verte a ti y a la familia. Siempre fui muy casero. Siempre estuvisteis conmigo. Os quiero.
Me gustaría haberte dado una alegría el día de tu funeral, pero no pudo ser. Me puse muy triste cuando me volví para la puerta y vi que la iglesia, ya pequeña de por sí, estaba medio vacía. Quiero pensar que la familia era pequeña, que eras muy mayor, que esta no era la parroquia de tu vida, que la gente estaba trabajando. Quiero pensarlo, pero a esa misma hora muchos estarían tomando un vino y mi trabajo de ahora no era de poder hacer favores a la gente.
Mamá, quiero que me perdones. Me habría gustado otra despedida para ti.

2007/02/16

LA PLAZA JAVIER GROSSI, COOPERANTE, Y LA PLAZA ANA GARCÍA


Javier Grossi y su mujer, Ana García, eran dos cooperantes, miembros de una ONG que murieron en Africa en 1999 en un accidente de tráfico.
El padre de Grossi, Rodrigo Grossi, era entonces concejal del Ayuntamiento de Oviedo. En la actualidad es parlamentario autonómico.
En fecha próxima a las muertes, el Ayuntamiento decidió que alguna calle o plaza llevara sus nombres. La que va a ser plaza de Ana García está sin terminar. Será mi calle. La nueva calle Javier Grossi ya está urbanizada y en unos de sus extremos acaba en la calle Ana García. Es entrañable que esta pareja que vivieron y murieron juntos tengan una calle contigua.
Cuando, hace ya años, leí la noticia, la recibí con recelo, pero a veces el recelo está relacionado con la escasez. Alguna vez tendría que ser la primera que un cooperante, una persona que no es de relumbrón, mereciera una calle.
Las ONG’s perdieron parte del prestigio de los primeros tiempos. Conforme van creciendo, se profesionalizan, y sus ejecutivos ya no trabajan gratis et amore. Es una pequeña decepción saber que funcionan así, pero no se conoce otra alternativa.
Choca ver la calle Javier Grossi, Cooperante, que más parece una vocación que una profesión.
En Oviedo viví en la calle Maximiliano Arboleya y ahora en General Elorza. Cuando alguien pregunta quienes eran tales personajes, se puede abreviar diciendo que Arboleya fue un canónigo destacado representante del capitalismo social, y Elorza fue un militar y director de las fábricas de armas de Trubia y de Oviedo.
Cuando alguien pregunte quienes eran Ana García y Javier Grossi, Cooperantes, será inevitable decir que eran la nuera y el hijo de un concejal del Ayuntamiento de finales del siglo XX. A veces las simplificaciones son injustas aunque sean verdad.
No sé si algún miembro de la Corporación habrá cuestionado entonces esas asignaciones de calles. El grupo de gobierno, no, desde luego. El de oposición, improbable, por dos motivos, uno porque se presumen unas simpatías evidentes con los cooperantes y dos, por no poner reparos de tipo personal estando tan cercana en el tiempo la tragedia.

2007/02/13

LLAMAQUIQUE VERSUS CLARA CAMPOAMOR

Sin duda es una exageración pero el cuerpo reacciona como le da la gana. Mi cuerpo reaccionó con nervios en el estómago en cuanto me dijeron que entrara en una página web y viera cómo la nueva estación de Llamaquique ya no se llamaba así, sino estación Clara Campoamor. Lo acababa de anunciar la Ministra de Fomento en su visita a Asturias.
Nada me va ni me viene en ello pero el sectarismo de cualquier signo me repatea y no creo que haya que jugar con las estaciones a la memoria histórica. Ya cambió el nombre de la tradicional estación de Bilbao-Abando añadiendo o anteponiendo el nombre de Indalecio Prieto. Algo parecido ocurrió con María Zambrano y la estación de Málaga. Y ahora Clara Campoamor.
No merece que coja rabia a Clara Campoamor, luchadora por los derechos de la mujer en tiempos de la República, pero el sectarismo me lo va a poner difícil.
No importa que algunos trenes lucieran, todavía en pruebas, la denominación de Llamaquique, ya aprobada oficialmente por el ADIF, quien tiene las competencias al respecto. No importa que la estación, aún en obras, luciera ya el rótulo de Llamaquique. En Cogerse se puede reciclar convenientemente, bonita forma de decir que se tiró a la basura. Todavía pasé esta noche de lunes a martes por delante de la estación, iluminada por dentro pero con el rótulo rojo y blanco ya sin luz, orden taxativa sin duda.
Triste burla, una vez más, a las respuestas parlamentarias. Que pregunten, que pregunten, que ya responderemos los que nos dé la gana, y si respondemos bien, como es el caso, haremos lo que nos peta. Véase, si no, esta respuesta que se puede leer en el Diario de Sesiones del Congreso del 23 de enero de 2007. Tiene uno el mal vicio de leer todo lo que sale en los diarios oficiales que afecte al ferrocarril. Tiene uno la mala suerte de gozar de algo de memoria de hechos tan recientes. Ningún mérito, pues. Lo difícil sería no acordarse teniéndolo tan reciente.
Es cierto que hay muchas calles en Asturias con el nombre de Clara Campoamor, pero no encuentro en su biografía mayor relación con esta región. No figura en La Gran Enciclopedia Asturiana, ni en el más reciente Diccionario Enciclopédico del Principado de Asturias, ni en el Diccionario Histórico de Asturias de La Nueva España.

Lo desconozco, pero supongo que la polémica que se habrá vivido en el País Vasco con motivo del cambio de nombre de la estación de Bilbao, será la que habrá motivado la siguiente pregunta de un parlamentario vasco:

184/087236

A la Mesa del Congreso de los Diputados

Don José Ramón Beloki Guerra, Diputado por Gipuzkoa, y adscrito al Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV), al amparo de lo dispuesto en el artículo185 y siguientes del vigente Reglamento del Congreso de los Diputados, presenta las siguientes preguntas solicitando su respuesta por escrito:

1.¿Cuál es la relación de denominaciones oficiales de las estaciones y apeaderos de RENFE en el conjunto del Estado?

2.¿Tiene el Ministerio de Fomento y/o RENFE establecido algún tipo de criterio a la hora de fijar tales denominaciones?

3.¿Cuáles son, en su caso, tales criterios?

4.¿Tiene el Ministerio establecido algún tipo de protocolo o procedimiento para fijar las denominaciones de las Estaciones y/o apeaderos de RENFE?

5.¿Cuál es, en su caso, tal protocolo y/o procedimiento?

Palacio del Congreso de los Diputados, 26 de septiembre de 2006.-José Ramón Beloki Guerra, Diputado.

La respuesta fue la siguiente.

184/087236
(184) Pregunta escrita Congreso
AUTOR: Beloki Guerra, José Ramón (GV-PNV).
Respuesta:
La relación de denominaciones oficiales de las estaciones y apeaderos de ADIF (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias), en el conjunto de la red ferroviaria de interés general, es la que se contiene en el anexo que se adjunta.
El criterio que se viene siguiendo históricamente y con carácter general, para fijar la denominación de las estaciones de ferrocarril, es aplicarles el nombre del
municipio o municipios al que dan servicio.
En determinados casos, se emplea como denominación única o añadida a la del municipio, algún elemento circunstancial relacionado con el topónimo, barrio, distrito
o calle donde se encuentran ubicadas, el lugar hacia el que se dirigían los trenes que operaban en ellas o alguna otra circunstancia que sea relevante en el caso de cada estación.
Madrid, 15 de diciembre de 2006.—El Secretario de Estado de Relaciones con las Cortes.

¿No es una burla a los diputados haber contestado eso y, lo que es peor, actuar contra los propios actos tomando una decisión tan en contra de los criterios que se dicen utilizar?

Líbranos, Señor, de sectarismos de toda laya.

2007/02/12

LA LOTERÍA DE LA VIDA

Somos más de ochenta vecinos en el portal. Quiero decir que, a razón de tres por vivienda, seremos doscientos cuarenta. Siempre me llamó la atención que en los pueblos “vecino” y “habitante” no sean lo mismo. Más bien la gente cuando habla de tantos vecinos se refiere a tantas casas abiertas, o, lo que es más rancio, tantos cabezas de familia. En definitiva que espontáneamente me sale decir que somos ochenta vecinos pero quiero decir que seremos doscientas cuarenta personas.
De entre ellas, algunas son saludadoras y otras no te saludan ni en el portal. Otras te hablan en el portal pero ya no a diez metros. Y hay gente que te saluda cuando va con el marido o con el padre, pero no si van solos. Hay quien se gira para saludar incluso si va por la otra acera, pero con otros aunque te cruces por la misma, van impasible el ademán. En fin, una auténtica fauna.
Cada poco aparca un camión de mudanzas delante del portal. Alguien marcha. Pregunto.
- Era el de Muebles Barbón, que tienen un crío como de quince años ¿no te das cuenta?
Ni caigo en el padre ni en el hijo ni me suena Muebles Barbón. También ocurre que dejas de ver una temporada a alguien y cuando le preguntas en el ascensor, te dice que lleva tres años en Barcelona. Somos Islas.
Me entero de que de las dos hermanas que no saludaban o depende, una se casó, vivió en León pero ya están aquí, ellas no dicen nada, pero el padre, viudo, te cuenta su vida si tienes tiempo, la suya propia y la de ellas, es lo que se dice un “parlambaldre”.
Un domingo por la mañana, cuando vengo de comprar el periódico, entre el kiosco y el paso de cebra me adelanta la hija casada, que va con el marido y empujan un carricoche. Es verdad, ya los había visto alguna vez. Pienso: vivirán por la zona del Milán e irán hasta casa del padre, o sea, hasta mi portal, o bien van a dar una vuelta porque el día está muy agradable. Como el semáforo está cerrado para los peatones, los alcanzo. Miro para el niño. Aunque ella sea una mustia, un niño merece una excepción, los hijos no tienen por qué heredar las rarezas de los padres. Estoy a punto de hacerle una carantoña o por lo menos preguntarle a los padres cómo se llama, pero cuando ya había respirado para decir algo, veo que lleva un audífono en la oreja izquierda. Me retraigo. Miro disimuladamente. Tiene los ojos entreabiertos como si tuviera sueño y el pelo crespo. Deseo que sea sueño lo que tiene.
El maldito semáforo no se acaba de abrir. Cruzo en rojo aprovechando que los domingos hay poco tráfico.
No pregunté nada. Me quedo pensando en la lotería de la vida.

2007/02/11

PALABRIRU

Referencia única, homogénea y transparente, plan estratégico, racionalización de los recursos, reestructuración de la oferta, líneas estratégicas, reestructuración de la oferta, análisis conjunto, forma coherente, estrategia, calidad, aprovechamiento óptimo, recursos disponibles, niveles de fiabilidad, mercado, línea estratégica, trasladar recursos productivos, volumen de actividad, ejes, niveles de cobertura, importancia estratégica, poner en valor, planteamientos estratégicos, desarrollos informáticos, venta de huecos, estandarizar y agilizar, aportando valor añadido al producto.

En vez de decir ¡ya somos europeos! bien podíamos gritar ¡ya somos estrategas! Y de aquí a la guerra, porque ¿no es la estrategia un invento genuinamente militar? En realidad es la guerra, guerra a la lógica de las palabras, guerra a la claridad.

Hasta ahí unas palabrejas que parecen inconexas. Y lo son. Los guajes de doce años, en las primeras lecciones de Física (¿conocimiento del medio, ahora?) distinguían la mezcla, la aleación y la combinación, en cada una de las cuales la integración era mayor, hasta el punto de que en la aleación ya no era posible distinguir las partes integrantes. Pues nada, las palabrejas de moda ni son mezcla, ni combinación ni aleación, son una pura mezcolanza, que igual valen para un roto que para un descosido. En Asturias se dice “palabriru”, que bien puede ser palabrería, sin más. Pues bien, en la intranet de una determinada empresa en un determinado mensaje de veintidós líneas se entresacaron esas concretas y determinadas palabras en el mismo orden en el que aparecieron.

Y digo yo ¿el que lea eso puede entender que se anuncia una noticia positiva? Ca. Lo positivo se expresa en román paladino, como decía Gonzalo de Berceo “Quiero fer una prosa en román paladino, cual suele el pueblo fablar con so vecino, ca non so letrado por fer otro latino”. Cuando se quiere abrir o ampliar una empresa o un departamento o un sector, se habla lisa y llanamente de ampliar, de crecer, de invertir. Ay amigo, cuando vemos esi palabriru del comienzo, ponte en lo peor, Pepín, que valen lo mismo para cerrar una fábrica de mayonesa que para trasladar (deslocalizar) un convento.

¿De qué se trata? Lisa y llanamente de que determinada línea de transporte de contenedores no da dinero y se cierra. No hay más matices. Lo demás es literatura (mala). ¿No se podía decir así de claro “cerramos porque perdemos dinero”?

Pues, hala, a vestir el muerto; referencia única, homogénea y transparente, plan estratégico, estratégico, estratégico, no táctico, estratégico, que táctico parece cosa de niños y lo estratégico está apoyado en sesudos informes (cortados y pegados, por supuesto).

¡Ay, qué contentos estabais los autores del texto, calcado de otros clichés, no hace falta una gran imaginación! ¡qué tristeza de licenciados en Ciencias de la Información, cuando os seleccionaron para trabajar en esa empresa segura! ¡y perpretrando esos comunicados de prensa! ¿do quedaron los ideales, do las ilusiones? ¿y do trabajan los lingüistas, filólogos y demás especialistas del lenguaje? ¿en qué empleais vuestro saber? ¿desde cuando la lengua sirve para oscurecer y en vez de para aclarar?

¡Virgen, virgen!

Y los demás, hacemos lo propio en nuestra triste y mendaz prosa administrativa.

¡A qué llegamos!

2007/02/10

¿SEGUNDA AUTOPSIA?

- Hola, Juan, ¿cómo se dieron hoy las pesas?
- Hombre, Pepa, ¿qué tal por Madrid? ¡qué raro!, ¿Qué número es este?
- Te llamo desde una cabina.
- Pero ¿qué pasa?, ¿quitaron el móvil a los jueces, perdón, a las juezas, desde el último plan de ahorro que oí en la radio el otro día? Bueno, supongo que querrás hablar con tu marido. Está aquí a mi lado. Te lo paso. Un beso.
- Pepa, no tengo ninguna llamada perdida tuya.
- No, no te llamé al tuyo. Acerté. Suponía que estarías tomando algo con Juan, como todos los jueves, cuando sales del gimnasio.
- Sí, efectivamente. Bueno, ¿qué tal lo estás llevando?
- De momento, estoy en una cabina y no quiero llamarte al tuyo por los pinchazos. No me fío. Mañana mismo me cojo un móvil de tarjeta para no andar con estas monsergas, y tú, agénciate otro, que así estamos más tranquilos.
- ¿Pero cómo lo llevas? En cuanto oí que estaba interviniendo la juez del juzgado número 12…
- Mal. Y con todo este lío no voy a poder ir a casa este fin de semana. Dentro de lo malo, fue una suerte que mi juzgado saliera ya en el periódico por lo del obrero de la chimenea sin asegurar. Así ya sé cómo se las gastan los chicos de la prensa.
- Ya me lo imaginaba. Tú haz lo que tengas que hacer.
- Quería comentarte una cosa. ¿Puedes hablar?
- Sí, sí, dime.
- Tengo una duda terrible y no quiero consultarla con ningún compañero, que luego todo se sabe.
- Ya me imagino. No te tocará todos los días que caiga en tu juzgado ningún muerto emparentado con la realeza.
- El caso es que hace una semana tuve otro caso prácticamente idéntico de un chico que se quitó de en medio tomando un bote entero de anfetas con Coca Cola. Entonces la familia quería que se incinerara y desde el juzgado no lo autorizamos porque el chaval acababa de romper con su mujer.
- ¿Y la familia qué dijo?
- Los padres insistieron en que quería quemarse, pero al final aceptaron, o no tuvieron más remedio. No quedé nada a gusto. Era la primera vez que me tocaba decidir una cosa así. Fue aquel domingo de guardia que no te pude llamar por la mañana.
- ¿Y qué vas a hacer ahora?
- Precisamente era lo que te quería comentar ¿Qué haré, Luis?
- ¡Pepa, qué te voy a decir! Lo que digan los libros.
- Los libros no lo prevén todo.
- Pues lo que te diga tu conciencia.
- Ya, mi conciencia me dice que tenía que hacer lo mismo que con el chaval del otro día, pero imagínate el revuelo: “Practicada la segunda autopsia a la hermana de Dª Letizia”. Entonces sí que se acabó la tranquilidad para siempre.
- No sé, Pepa, tira por la vía del medio o de en medio, como se diga. Si eres tan purista, al final, en vez de resolver los problemas de los ciudadanos, los aumentas, mira el caso del juez de los carnavales, eso sí que es una carnavalada.
- Ya, Luis, pero no tuvo más remedio. Según creo, los del Ayuntamiento se lo tomaron a chirigota, y ahora a lo mejor se quedan sin chirigotas, y no quería hacer un chiste. Pero, volviendo a lo mío ¿qué?
- Yo creo que tienes que seguir ese refrán que tanto te gustó en otro tiempo, que lo mejor es enemigo de lo bueno. Lo mejor es una investigación hasta el final, pero, ¿para qué? ¿no está claro de sobra?
- Sí, tienes razón. Para curarme las espaldas buscaré las diferencias entre uno y otro para justificar el cambio de criterio, por si hay algún recurso, que no creo en este caso. No lo pidió nadie, el fiscal es también un recién llagado y está todavía más acojonado que yo, pero a lo mejor lo pide para asegurarse las espaldas, y yo tengo que tenerlo pensado y argumentado.
- Pues hazlo, que yo sé que sabes.
- Bueno, pídele disculpas a Juan por si le agoté la batería, y besos a los niños. Diles por qué no les llamó hoy mamá.
- Suerte, Pepa.

2007/02/08

TRISTE REVERENCIA


Es inevitable. Ves el Telediario. Quieres alejarte de toda información morbosa o sensacionalista, entre otras cosas porque ya tienes una idea formada, o deformada, de lo ocurrido. Aplicas la regla de los malos periodistas, a saber, no dejes que la realidad destruya un buen titular.
De manera que ves el Telediario, con interés pero intentando guardar las distancias. Para evitar imágenes desagradables, pones la Primera. Pilota la información Sagrario Ruiz de Apodaca, que, además de ser la cronista oficiosa de TVE para la Casa Real, es la mujer de Lorenzo Milá, de manera que no esperas ninguna palabra más alta que otra. La salva su parecido con Aitana Sánchez-Gijón, una de tus muchas chicas ideales. Van saliendo parecidas imágenes a las que vivirías en cualquier tanatorio. De pronto ves a Letizia, Princesa de Asturias, pero, sobre todo y en primer lugar, hermana de la muerta, embarazada para más INRI, hacer una reverencia. Mal incluso, te parece, y te recuerda la media genuflexión de La Rendición de Breda, y eso sí que ya no lo admites; primero, que en tan tristes circunstancias, sea la hermana, la que tiene la pena, la que deba estar pendiente de seguir tan mustio protocolo; segundo, que el Rey no haya tenido una mueca que evitara la genuflexión; tercero, que no se hayan dado, o no a la vista de las cámaras, un abrazo que pareciera más sincero.
Y dicen que la profesional es la Reina.

2007/02/07

EL DIA QUE MURIÓ ERIKA ORTIZ


EL DIA QUE MURIÓ ERIKA ORTIZ

Normalmente llamas a las dos de la tarde a tu madre, desde el trabajo o desde casa. Como estás de vacaciones, saliste a dar una vuelta por El Fontán. Para no perder la costumbre tomaste una botella de sidra (con pincho de picadillo) debajo de los soportales, mientras leías “La Voz de Asturias” de la casa y te entretenías entre noticia y noticia con el ir y venir de la gente. Charlaste un rato con un vecino que vive en la misma plaza, jubilado de Renfe, que se encargó en activo de las relaciones con ENSIDESA cuando tu te encargabas de los aspectos logísticos de ese tráfico (mejor no acordarse de aquella idea peregrina que tuvo un directivo de tu empresa que te utilizó como un conejillo de Indias). A lo que vamos, que momentos antes viste pasar de largo a un hermano de este jubilado, que trabaja (es un decir) en Renfe. Dices que es un decir porque lleva más de veinte años liberado, pero no vas a hacer coña con esto, estás a favor de que haya liberados.
El vecino había sacado a pasear a su perro (dudas si se pasea un perro o a un perro; crees recordar que la preposición “a” acompaña al complemento directo de personas o animales personificados, pero ese perro no es persona, que tú sepas, aunque él amo le tenga mucho cariño; por cierto, tú ninguno). Otros días coincidís por la zona. Lógico el vive allí y tú te dejas caer en cuanto puedes. Te cuenta que sale un momentín a expansionar porque casi no puede moverse de casa desde que vive con ellos su madre, que tiene Alzheimer y se pone muy nerviosa cuando se queda sola. Viene esto a cuento de que dijo que había visto a su hermano de lejos y que pensó que vendría de visitar a su madre, que lo hace una vez a la semana, que cree que con eso cumple y que son hermanos los dos. No sin coña le dices que seguramente quiere preservar la intimidad de su hermano y no meterse en su vida, y él insiste en que tiene las puertas abiertas.
Antes de despediros, y al hilo del cuidado de los mayores, le cuentas que acaba de pasar una (posiblemente) ecuatoriana que con la señora mayor a la que cuida y que caminaba con una extraordinaria torpeza. Cuando pasaron frente a ti estabas enfrascado en la prensa, de manera que las viste solo por detrás. Te fijaste en que la ecuatoriana llevaba unos vaqueros muy limpios y muy bien planchados, no con una raya como las de los pantalones de tergal, sino como se planchan los vaqueros que se planchan. Piensas que quién le iba a decir a esa señorina que iba a pasar sus últimos días con una ecuatoriana. Al hilo de la cuidadora este jubilado te dice que ellos tienen ahora (recalca “ahora”, porque tuvieron antes otras) a una argentina, “que tienen una labia …”, y nos acordamos de Valdano en bueno, que habla para fuera, y de Messi en malo, que habla para dentro. Ahora sí que nos vamos, el para su casa y tú para la tuya.
No vienes directo porque todavía te encuentras con la mujer de un amigo y amiga ella también, que te cuenta que las pruebas médicas de su madre salieron bien, y que, así y todo anduvieron de cabeza, y que no sabe lo que va a pasar cuando ocurra algo serio de verdad. Tú le cuentas que tu hija ya no trabaja en la Caja, que se va para la Caixa. Ya estáis viejos y reflexionáis sobre el inútil amor a las empresas y cómo perdió el tiempo el que lo tuvo alguna vez, cómo los jóvenes de ahora tienen otras miras, o quizá los viejos no tuvimos otras oportunidades. Y piensas en lo inútil de esas jornadas de acogida que montan las empresas, que creen que con eso van a contentar al personal, cuando los mismos ideólogos de esas jornadas se irán al mejor postor. No lo vas a llamar ni cinismo ni hipocresía, simplemente se te ocurre.
Pasas por la plaza de la catedral. En el Centro Social de la Caja de Ahorros, que ocupa un edificio de la plaza, hay un encierro de trabajadores de la Caja. Toda la prensa regional está absolutamente comprada y no busques en sus páginas información al respecto. Para saber algo tienes que entrar en blogs y en prensa alternativa, en donde abundan más los insultos que la información, pero rebuscando entre tanta mierda a veces encuentras una pepita. Piden la readmisión de un líder sindical despedido por criticar al Presidente de la entidad, que replica que el despido fue por insultar. Tú no estabas allí y no viste entrecomilladas las expresiones concretas, de manera que mejor no opinar, pero la mente es libre y piensas qué haría un sindicato con un afiliado que utilizara esas mismas palabras (que, quedamos, desconoces) con la cúpula del sindicato. Siempre tienes ese afán de dar la vuelta a las cosas que te pierde.
Por fin, no te encuentras con nadie más y llegas a casa, pero antes pasas por la vinatería de la calle del Aguila en donde una vez tomaste un vino con Manolo y Pili, y desde entonces te acuerdas siempre de ellos aunque pases por allí veinte veces al día. Te cruzas con un señor de tu edad que va haciendo un sudoku, que va todavía un poco más rápido que tú. Ayer lo viste por esa misma zona haciendo también otro sudoku en marcha. Ya ayer te llamó la atención porque caminaba con el periódico abierto y escribiendo en él. Hoy solo llevaba el recorte. Te parece conocerlo. Te recuerda a un compañero del seminario o de la facultad, quizá de la facultad, pero no estás seguro. Y piensas en las manías que tendrás tú.
Finalmente llegas a casa. Son las dos y veinte. Como no llamaste a tu madre (para qué llamarla por el móvil a las dos si lo ibas a hacer desde casa unos minutos más tarde, que para eso tienes tarifa plana) te llamó ella casi según entrabas por la puerta. Te dijo que había muerto una hermana de Leticia (yo lo escribo con z pero el corrector me la quita y no voy a insistir). Resulta que en la aldea perdida se enteró antes que tú. Le dices que no sabías nada, pero te conectas a internet a ver qué pone. Le lees las primeras noticias, que tenía una hija de seis años, Carla (no tenías ni idea), que se había separado de un escultor (ni idea) y que ahora salía con un cámara (ni idea). Le lees que tenía ansiedad y que estaba de baja por depresión. Comentáis tú y tu madre que ella en el pueblo, con sus dolencias, y su rodilla no tiene ni gota de depresión, que los mayores disgustos es cuando una pita le come los huevos, y que esta hermana de Leticia (otra vez el corrector) que lo tendría todo, mira qué plan. Lees a tu madre que la Reina está de viaje por el Extremo Oriente y que cuando recibió la noticia se tapó la cara “con un gran desespero”. Eso te parece que leíste en negrilla y entrecomillado, en www.elmundo.es concretamente. No vas a insistir en lo del desespero. No te suena a tu castellano. Buscas una razón y piensas si el redactor será argentino. Lees que el Rey está en Alemania y no va a suspender la agenda. Te parece una metedura de pata, pero piensas que el Rey echará pestes con esta familia plebeya con la que tuvo que emparentar. Le dices a tu madre que la Familia Real pide respeto y prudencia, o algo así, por lo que supones que se habrá suicidado, la forma, no lo sabes, pero aventuras que tomando unas pastillas.
Comes. No se habla de eso durante la comida.
Te haces el propósito de no ver El Tomate, pero mientras duermes un poco la siesta, tumbado en el sofá, cuando despiertas es la cadena que está puesta. Te haces el propósito de no mirar y no miras, pero oyes que está allí el juez o la jueza y parece que por detrás alguien dice la palabra “suicidio”, no sabes si lo sueltan como si hubiera sido una interferencia.
Te conectas a internet, no para enterarte de las circunstancias, que ya te enterarás, sino para ver si das con una imagen de la Reina tapándose la cara. Tiene que ser un horror esto para la Reina, que es tan profesional, una tragedia que la pillen en un acto reflejo de sinceridad y de humanidad, tú que siempre te mofas de las fotos de la Reina cogiendo en brazos a negritos o indios, que te parece que los habrán desinfectado y luego se desinfectará ella. Entro en la página de Telecinco, que es muy ágil, pero no hay nada. La de Televisión Española ni lo intento, tiene una web pésima, burocrática y protocolaria.
Más tarde te enteras de que el Rey también modificará su agenda y no sabes cómo alguien pudo cometer el desliz de decir lo contrario en algún momento.
Haces propósito de no realizar una búsqueda activa de la noticia. Ya te buscará ella.

2007/02/06

INGENUIDAD Y REDONDEO

INGENUIDAD Y REDONDEO

Circula por ahí un correo que anima a apagar lo móviles cinco minutos en protesta por la subida de tarifas. Bien. Lo apagaré si me acuerdo, pero no deja de ser una ingenuidad. Ya pasó lo mismo con los aparcamientos. Pareció un triunfo extraordinario de los consumidores y, en realidad, fue el parto de los montes, o sea, nada. ¿O alguien piensa que ese recorte va a redundar en beneficio de los consumidores?

Cobrar un mínimo en determinados servicios se vio toda la vida en todos los ámbitos y, o mucho cambia todo, o lo seguiremos viendo mientras el triunfo del comunismo no consiga la gratuidad total, y creo que va para largo todavía.
Vamos a dar una vuelta por ahí.

¿Vamos a exigir en los bares un cuarto de vaso de vino o un cuarto de un bollín del menú del día diciendo que nos arreglamos con eso? No señor, porque en consumiciones tan mínimas como el vino de la casa los bares no cobran el vino, sino un mínimo por la estancia.

¿En los autobuses o en los trenes vamos a conseguir que si el viaje es de un kilómetro cueste menos que si es de tres? Ya el Metro desde siempre cobró un precio único, porque otra cosa les exigiría unos gastos de control desmedidos. Ganan en los cortos y pierden en los largos. Lo que gana la empresa por un lado lo pierde por otro. Lo que un viajero ahorra, otro lo gasta de más. Empatados.
Lo mismo de los taxis.

¿Exigiremos periódicos a precio reducido que traigan solo la información local o deportiva o internacional, que nos interesa? Es decir, ¿exigiremos miniperiódicos?.
¿Lograremos que un mecánico de un molinillo o de un coche o un tapicero no nos cobre la primera media hora entera sino solo cinco minutos si ese fue el tiempo empleado?
¿Va a cobrar el abogado un minuto si un minuto tardó el resolver la cuestión?

Es un principio general de la economía y del sentido común que los productos y los servicios tienen un coste mínimo y un coste variable. Un coste mínimo porque cuando pones un bar o un parking o una empresa de telefonía o un autobús o un avión en marcha, hay unos costes fijos aunque no entre nadie en el bar, en el parking, en el autobús o en el avión o aunque nadie llame por teléfono. Además, hay unos costes variables que son proporcionales a la actividad.

En definitiva, vano intento. Y si en el futuro hay alguna campaña por cualquier otra cuestión similar, al final la ley saldrá adelante, pero la empresa lo tiene fácil (en una economía de mercado, se entiende): abaratar las primeras fracciones y dividirlas en lo demás y eso es válido para las churras y para las merinas.

Que cada uno piense los mínimos que se cobran en los respectivos sectores donde trabaja.

¿O no?

ACTIVIDAD EQUIPAMENTAL

Estoy lleno de manías en la lectura de la prensa. Una de las menos perjudiciales es leer los anuncios de concursos, subastas, edictos, y cuestiones por el estilo. No tengo pensado presentarme nunca a un concurso, ni voy a fundar una empresa ni ningún chiringuito para menesteres tales, de manera que me complace disfrutar de una afición perfectamente inútil.

Leo que Bilbao Ría 2000 anuncia un concurso de ideas con intervención de jurado para “la implantación de una actividad equipamental” en la parcela EQ-1 de Reketa, en Baracaldo. Pasmado quedo. Actividad equipamental. Sigo leyendo y resulta que lo que Bilbao 2000 convoca no es solo un concurso para la implantación tal, sino también un concurso para la enajenación de la parcela EQ1- con el fin de implantar en ella una actividad equipamental. Leyendo un poco más me entero de que podrán participar en el concurso las personas y/o entidades cuyo objeto social (no sabía que las personas tuvieran objeto social, a lo mejor las personas equipamentales si tienen por objeto golpear el buen gusto gramatical) comprenda la promoción y/o construcción de edificaciones y dotaciones equipamentales.

No me aguanto más. No puedo llegar hasta el final con esa terrible duda, quiero saber a ciencia cierta qué cosa es la actividad quipamental, que, además, lleva aparejada enajenación (mental, añado, porque una rima fácil me lleva de la mano). Voy al sabelotodo google, y, oh, decepción, solo aparece tres veces y las tres referidas al mismo concurso de ideas de Baracaldo.

Sigo leyendo: El objetivo de Bilbao Ría 2000 es seleccionar un proyecto singular y novedoso que permita la implantación de un equipamiento de carácter supramunicipal con vocación de futuro.

Bien, vamos concretando, la actividad equipamental es un equipamiento, y además con vocación de futuro, vamos, como mínimo hasta que pase el plazo de garantía y se pueda recuperar la fianza definitiva.

Dando unas vueltas ociosas por el mismo BOE de tan excelsa actividad, me encuentro con un concurso para la Construcción de un parque en Málaga para la interpretación del transporte y la obra pública. Dos cosas tan seguidas son mucho para una vez..

Propongo una cuestión previa antes de resolver estos concursos: que queden desiertos los concursos de actividades equipamentales e interpretaciones tan peregrinas.

2007/02/04

www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pNumEjemplar=1537&pIdSeccion=35&pIdNoticia=488882

Tendría doce o trece años cuando pasé a encargarme de escribir las cartas a la familia de la Argentina, en aquel papel cebolla que años después volvería a encontrar en mis tiempos de oficinista cuando todavía se utilizaba como copia bajo el papel de calco.

No pensé que fuera a conocer nunca a Fernando. Entonces nos escribíamos cada tres o cuatro meses, por no perder la relación, por aquello de la sangre, pero ni en una ni en otra parte del Atlántico habíamos pensado seriamente que nos fuéramos a ver nunca. Años después, pudimos hablar alguna vez por teléfono. Fue una gran alegría oírle. Con la salvedad de su inevitable acento argentino, tenía el habla del tío Aquilino. Ya nos lo habían dicho lo mucho que se parecían en eso los de casa Eulalia, cuando fueron al Mundial de Argentina y aprovecharon para visitar a sus parientes y, de paso, a los nuestros. Todavía sigue en la mesa de la salita el equipo de mate que nos mandaron entonces.

Cada vez que hablábamos le decíamos que cómo no venía a conocer esto, que había una cama en casa.

Un mal día, al llegar de clase, encontré a mi padre callado y serio, en contra de su proceder habitual.
- ¿Pasa algo, papá?
- Que viene tu tío Fernando.
- ¿Qué Fernando?
- El de Argentina.
- ¡Qué bien! ¿no?
- Que viene para quedarse.
- Bueno, ¿no tenemos libre la cama de la abuela? Por unos días…
- Que viene para siempre, que no vuelve.
- ¿Y Amalia, la mujer?
- ¿No te acuerdas que se murió? Tu madre, tanto decir que viniera, que viniera, ahora ahí lo tiene.
- ¿Y cuándo llega?
- El diez y ocho llega a Ranón y hoy estamos a tres.

La mañana siguiente mi amigo Juan, el que estudia Filología Inglesa, me contó, que tenía que dejar el piso que ocupaba con otros estudiantes porque el dueño lo necesitaba para un hijo que se acababa de separar. Además, que ahora, con los parciales encima, no tenía tiempo de andar buscando piso. Le dije que, ante lo imprevisto de la situación, si quería venir a mi casa, que podía quedarse hasta fin de curso en la habituación que teníamos libre, que él ya conocía por haberse quedado algún fin de semana.

El día diecisiete Juan se instaló en mi casa.

El dieciocho mis padres fueron a buscar a Fernando al aeropuerto. Yo no pude. Era la presentación de un seminario en el que me había inscrito y que sumaba créditos para los futuros sociólogos. Se titulaba “Ante el retorno de los emigrantes. Variables económicas y sociales. Primera parte”.

La segunda parte se anunció para la primera semana de julio, con el título “Ante el retorno de los emigrantes. Experiencias”. Me apunté.

Me senté, como siempre, hacia el medio. Cuando los ponentes y los invitados se dirigían a la mesa presidencial, distinguí entre ellos al tío Fernando.
- Me voy.
- ¿Te pasa algo?

Me levanté, cogí la carpeta y simulé una mueca de entre fastidio y dolor.
- Me duele la barriga. Tengo un poco de malestar.
- ¿Te acompaño?
- No, me pasa a veces, no es nada importante.

Fui directamente hasta la sede del Partido Socialista y firmé la baja de las Juventudes Socialistas. En la casilla de motivo puse la cruz en “Otros”. Entregué el carné y lloré.

AMOR INICIA SESIÓN

Miras la barra inferior de la pantalla. Tienes unos cuantos programas abiertos: el MSN Messenger, el Windows Live Mail, la Bandeja de entrada de Outlook, cualquier documento de Word, algún periódico digital que no sea Libertad Digital, que no sé que le pasa a tu ordenador que no te funciona, así que será otro periódico; y a veces algunos mas, amontonados y dándose codazos por ocupar un lugar preferente en la barra, que no solo hay peleas por tomar posiciones en la barra del bar.
Cada poco entra algún mensaje y suena un pitido, SPAM las más de las veces, es una batalla perdida. Ya lo intentaste todo contra el correo basura, aunque a veces piensas que tú también lo produces.
De vez en cuando alguien inicia sesión. Sin mover la cabeza, giras los ojos y llevas la vista a la esquina inferior derecha. Es Xuan. Sigues enredando, escribes alguna tontería, devuelves un correo, suena otro pitido, Amor inicia sesión, ¡ah, es Amor! y sonríes, y allí emerge Amor de entre los mini-iconos de la derecha, el reloj, pueden ser las 23:46, el triángulo verde del módem, el osito panda, el muñequín del Messenger, la impresora, el altavoz. Antes de que se vuelva a esconder por donde salió, pudiste ver a Amor de medio cuerpo, sentada, como encogiéndose de hombros sonriente, guapa, con su sonrisa dulce y franca, brazos cruzados, con algo negro o por lo menos oscuro, de manga corta, qué frío da esa imagen en febrero. Te apetece decirle algo, pero todavía te cruzaste unas palabras con ella hace unos días, y no te vas a repetir, no todos los días hay algo que contar y tampoco vas a hablar con todo el mundo que está conectado. Para decirle simplemente “qué tal, estoy aquí”, no la molestas, ya supones que está bien.
Otro día, no sabes cuando, a primeros de enero seguramente, Amor volvió a iniciar sesión pero ya no salía la foto, no le das importancia, ¡bueno, se cansaría! Todo el mundo cambia de imagen de vez en cuando o de nick. Le mandaste un mensaje diciendo que te gustaba que apareciera con la foto, pero no te contestó. Tampoco es obligatorio responder a todos los mensajes.
A mediados de enero te enteras de que Amor inicia otra sesión.
Ánimo, amiga.

2007/02/02

EL DERECHO DE DEFENSA Y SÁLVESE QUIEN PUEDA

EL DERECHO DE DEFENSA Y SÁLVESE QUIEN PUEDA

Una observación previa: ingenuamente se confía en que las sentencias penales son algo parecido a la verdad revelada. No señor, los tribunales tienen una limitación fundamental y es la presunción de inocencia. Quien podría dictaminar con (algo más de) libertad es una comisión parlamentaria, pero están tan viciadas por rodillos y otras mayorías, que tampoco. Al final, los más de fiar van a ser las compañías de seguros, que no ventilan ninguna cuestión moral, puramente económica, y aquí caben las compensaciones, hoy por ti, mañana por mí.
Pues bien, hubo hace tiempo un accidente ferroviario, nada extraordinario, como ocurren otros muchos incidentes en cualquier sector. Los tribunales, con las limitaciones expuestas, acabarán diciendo lo que sea, pero lo cierto es que un tren no respetó una limitación de velocidad en un cambio de agujas. Héteme aquí que muchas veces los jueces condenan a profesionales de todos los ramos, no solo del ferroviario, también del sanitario, de la carretera, de cualquier ámbito, porque aunque los profesionales se defiendan diciendo que cumplieron los reglamentos internos al pie de la letra, su señoría entiende que no vale ampararse en los reglamentos, que hay que ir más allá y evitar la producción del daño. Claro que llevado este axioma al extremo, se paralizaría la producción, así, literalmente, pero no conozco ningún caso de rebelión colectiva y gremial contra los tribunales.
Resulta que a veces condenan a los conductores porque los jueces entienden que aunque los reglamentos digan que puede/tiene que ir a 90 por hora, en función de las circunstancias debería ir en disposición de parar.
El gremio de conductores (y cualquiera) pone el grito en el cielo ante tamaña injusticia.
Pero, paradojas de la vida, ahora resulta que este conductor, en su legítima defensa, dice que del puesto de control no le avisaron del cambio de vía ¡de lo que no hay obligación! Pues nada, ahora dio la vuelta la tortilla. Ahora, para defenderse, el que se escandalizaba porque los jueces condenaban por acciones u omisiones a las que no se está obligado, ese mismo pide la condena del que no le avisó del cambio de vía, que (repito) no tenía obligación reglamentaria.
Lo dicho, vistamos los intereses de principios, y si algo sale bien es porque se tenía razón y si sale mal, siempre se puede echar la culpa al juez o al abogado.
Y este comentario será corporativismo.
La vida.

ECOLOGISTA DE PACOTILLA


Prometiste y te prometiste que ibas a estar en casa para el apagón. Tenías intención de
encender las luces de la casa a las ocho menos diez y apagarlas todas a las ocho menos cinco, para que se viera, o, con más precisión en este caso, para que no se viera. Cuando llegó la hora se te fue el santo al cielo. El infierno está empedrado de buenas intenciones.
No solo no hiciste el apagón ecológico sino que a esa hora estabas con tu coche por la ciudad como un urbanita cualquiera. Te entretuviste en el trabajo organizando tonterías absurdas que solo sirven para enredar y consumir el papel y la paciencia, y cuando fuiste a recoger el coche, que habías dejado aparcado por la mañana porque lo ibas a llevar al taller, se te echó el tiempo encima. Dentro de lo malo, cuando ibas camino del taller por la mañana, desaparecieron del salpicadero los avisos de alarma y como el taller no abría hasta las diez, evitaste entrar ni a comentarlo, lo aparcaste donde pudiste y te hiciste cargo de él por la tarde. Avería autonormalizada.
Habías puesto la alarma del móvil para que te avisara dos o tres minutos antes, pero cuando sonó el vibrador eran ya las ocho y tres minutos. No sé que haces con el móvil que no te enteras. Era el tardío recuerdo de un compromiso que no cumpliste. Ves en reloj digital del coche que son las 20:04. Sí, era la alarma. Ya es tarde incluso para producir un atasco solidario, quedarte cinco minutos parado, haciéndote el loco, como D. José el de Saramago, que se quedó ciego cuando estaba con su coche en un semáforo.
En un atasco en una calle estrecha, sin perspectiva, manda carallo, de manera que ni siquiera tuviste la oportunidad de, ya que tú no hiciste nada, ver lo que hacían o no hacían otros.
Luego ves en el Telediario que hicieron más las instituciones que los particulares, porque se apagaron la torre Eiffel y la puerta de Alcalá, pero no se vio gran cosa por la calle, las tomas generales no reflejaron nada, sí los datos macroeconómicos, algo así como un dos por ciento de descenso en el pico de consumo. Pero seguro que esa nueva tienda de zapatos que encuentras de camino al trabajo tenía las puertas abiertas de par en par. Así estaban el día de la nevada, abiertas a tope, que según pasabas por fuera a su lado, recibías la corriente de calor que salía del interior, de esa especie de cortina de calor que hace de puerta. La tienda muy iluminada, y las pobres empleadas, por las esquinas, porque a ver quién aguanta unas cuantas horas seguidas recibiendo el frío de la calle junto a la puerta, porque cuando pasas por la parte de fuera se agradece el calor, pero desde dentro seguro no se agradece nada el frío. Un boicot había que hacer a tiendas así, con esa forma tan antiecológica de llamar la atención.
Ellos lo hacen muy mal pero el día que tú podías algo te dormiste.